La transformación del paisaje cafetalero del centro de Veracruz

Carlos Alberto López Arcadia y Martha Bonilla Moheno

Artículo publicado en la Crónica y el Portal Comunicación Veracruzana el 23 de junio 2022

El paisaje cafetalero del centro de Veracruz ha sufrido una gran transformación en los últimos años. ¿Cuáles han sido sus causas y cómo podemos asegurar la continuidad de este paisaje?

Palabras clave: paisaje cafetalero, mercado, colaboración

Los paisajes son los lugares en los que se refleja claramente la relación entre sociedad y naturaleza. En ocasiones, estos paisajes nos resultan tan familiares que parecen estáticos. Sin embargo, éstos se transforman constantemente: donde antes estaba un bosque ahora vemos un potrero, donde antes estaba una milpa ahora hay un bosque. Estos cambios son el resultado de decisiones humanas tomadas a muchas escalas, las cuales están influidas por factores que en ocasiones no son evidentes.

Tomemos como ejemplo el paisaje cafetalero de Veracruz, el cual está formado principalmente por parcelas de café cultivadas bajo la sombra de árboles e intercaladas con otros cultivos comerciales o de subsistencia (Imagen 1). Este arreglo permite que las familias productoras de café tengan un sustento económico y alimenticio, a la vez que mantienen procesos naturales fundamentales para la biodiversidad. Sin embargo, en los últimos años es cada vez más común encontrar que antiguas parcelas cafetaleras son abandonadas, desprovistas de árboles, convertidas a otros cultivos, o destinadas a convertirse en desarrollos urbanos. Para explicar las causas de estos cambios es necesario entender el contexto (social, ecológico, económico, etc.) en el que se desarrolla este paisaje.  

En el año 2013 comenzaba a correr la noticia de que la enfermedad de la roya estaba acabando con los cultivos de café en Centroamérica y el sur de México. Esta enfermedad causada por un hongo (Hemileia vastatrix), terminaría llegando al centro de Veracruz y en 2015 acabaría con gran parte de los cafetos de variedades criollas o típicas (cultivadas tradicionalmente bajo sombra de árboles), las cuales habían producido un café de gran calidad por décadas, dándole a la región el prestigio que aún conserva. Aunado a esto, los cafeticultores aún estaban recuperándose de una prolongada crisis económica causada por la fluctuación de los precios globales del café, los cuales son definidos en las bolsas de valores de Nueva York y Londres. Ante la presión de la crisis económica por un lado y la crisis de la roya por el otro, gobiernos, empresas y organizaciones comenzaron a promover la adopción de variedades del café tolerantes a la roya. Estas variedades requerían de mayor cantidad de fertilizante y radiación solar, por lo que era necesario disminuir la cantidad de sombra existente en las parcelas; se creía que solo con estos cambios se lograría continuar con la producción de café en la región. A casi diez años del inicio de esta crisis y los consecuentes cambios en las estrategias de manejo de los cafetales, es relevante evaluar cuál fue su efecto sobre el paisaje cafetalero y si afectó por igual a todas las familias productoras.

A partir de un análisis de imágenes satelitales hemos encontrado que la crisis económica previa a la roya ya había provocado una disminución considerable en la cobertura forestal de las regiones cafetaleras de Coatepec, Huatusco, Córdoba y Zongolica. Sin embargo, la llegada de la roya acentuó la pérdida de cobertura en todas las regiones, fluctuando entre un 170% en Coatepec, hasta un 560% en Huatusco. Esta transformación se debió, principalmente, a que los productores decidieron cambiar la variedad de cafetos cultivados y disminuir la sombra en sus cafetales como una estrategia para prevenir la propagación de la roya, o bien, a que decidieron abandonar el cultivo de café para adoptar otros cultivos comerciales (como limón o caña de azúcar) o de auto sustento como el maíz (Imagen 2). Pero no en todas las parcelas ocurrió esta historia, muchos productores desarrollaron estrategias alternativas en las que el mercado del café jugó un papel muy importante. 

Una de las estrategias que ha permitido hacer frente a la crisis, es la organización de productores en distintas formas de sociedades cooperativas. A partir del testimonio de productores de la región encontramos que, a pesar de que la mayoría han tenido que modificar su manejo experimentando con variedades tolerantes a la roya y distintos tratamientos para disminuir la severidad de la enfermedad, aquellos que forman parte de grupos de cooperación con otros productores han logrado mantener un manejo menos intensivo. La cooperación entre productores ha favorecido el intercambio de información y experiencias, con lo que han logrado eficientizar su proceso productivo y acceder a cadenas de valor alternativas en las cuales han logrado negociar sus precios de venta. Estas cadenas de valor (orgánicas, agroecológicas, de especialidad), reconocen el valor cultural, ambiental y social que acompaña al cultivo del café, asegurándose de que los productores reciban un precio más justo y así continúen realizando las prácticas asociadas a dichos valores. Su contraparte, las cadenas de valor convencionales, están dominadas por empresas agroindustriales estructuradas por una gran cantidad de intermediarios que se hacen de buena parte del valor del café y muchas veces pagan precios menores a los acordados globalmente, dejando en una posición vulnerable a los productores. En general, los productores asociados a estas cadenas han trabajado de manera más aislada y han intensificado el manejo de sus parcelas. Es decir, la cooperación ha permitido a ciertos productores incursionar en mercados alternativos donde tienen mayor poder para negociar precios justos y hacer frente a la roya manteniendo un manejo más sustentable en sus parcelas.

Los paisajes se transforman continuamente por las decisiones humanas tomadas en muchas escalas. En el caso del paisaje cafetalero de Veracruz, la colaboración entre productores y su capacidad de negociación frente al mercado han sido fundamentales para evitar su degradación. Esta información puede aportar a la construcción conjunta de soluciones más justas en las que las experiencias y problemáticas de las familias cafeticultoras sean una parte central. En un momento en que los efectos del cambio climático serán cada vez más marcados, es importante pensar en cuál es el futuro que le depara al paisaje cafetalero y qué estrategias habrá que seguir para construir aquel que permita mayor justicia y sustentabilidad.

 

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