Un virus bioinsecticida para el control del gusano terciopelo de la soya

Gabriel Mercado y Trevor Williams

La soya es un cultivo oleaginoso de origen asiático cuya producción se destina principalmente a la obtención de harinas para el consumo humano y animal, la producción de aceite comestible y recientemente para la producción de biodiesel utilizado como combustible en algunos vehículos.

La región Huasteca del estado de Tamaulipas es la principal área productora de soya en nuestro país. Las condiciones ambientales de esta región, además de favorecer el cultivo de la soya, propician el desarrollo de un gran número de insectos plaga que afectan su producción. Entre estas plagas, se encuentra el gusano terciopelo (Anticarsia gemmatalis), considerado como el principal insecto nocivo en los campos de soya. Este insecto se caracteriza por comer las hojas de las plantas cuando se encuentran en estado de gusano u oruga, ocasionando pérdidas económicas importantes.

Para su control, los agricultores aplican insecticidas químicos, principalmente piretroides. No obstante, el uso habitual de los plaguicidas sintéticos genera una serie de problemáticas. Por un lado, estos productos no son selectivos y matan a los enemigos naturales de la plaga, los cuales depredan o parasitan a las plagas y contribuyen al control de sus poblaciones de manera natural. Asimismo, el uso continuado de estos productos tiende a favorecer la aparición de poblaciones de plagas con altos niveles de resistencia. Finalmente, la aplicación repetida de los plaguicidas químicos, sin uso de prendas de protección, puede resultar en la intoxicación crónica de los agricultores con sustancias que son neurotóxicas.

Ante esta problemática hemos investigado el uso de un virus patógeno del gusano terciopelo para controlar esta plaga de manera eficiente y segura, ya que estos virus son muy selectivos para algunos insectos y han sido aprobados por la Organización Mundial de la Salud para el control de plagas debido a sus características de seguridad para los humanos.

Estos virus, llamados baculovirus, tienen la capacidad de infectar las orugas de especies de palomillas cuando las orugas consumen follaje contaminado con partículas del virus. Los virus se multiplican en las células del intestino y después se dispersan a los otros tejidos de la oruga donde se replican intensamente hasta provocar pocos días después la muerte del insecto. Justo antes de la muerte, la oruga infectada sube a la parte alta de la planta donde muere, el cuerpo se desintegra y libera millones de partículas de virus sobre el follaje de la planta con la finalidad de transmitir el patógeno a otras orugas que se alimentan de la misma planta.

Estudios de campo realizados en los terrenos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) en Tamaulipas revelan que después de realizar aspersiones con el virus a cultivos de soya, el 80% de las orugas adquieren una infección letal del virus en un periodo de tres días (72 horas) aunque tardarán dos días más en morir. Los resultados de otros estudios realizados por estudiantes de nuestro grupo, sugieren que se puede lograr aún mejores niveles de control de esta plaga ajustando las dosis aplicadas del virus o mediante una mejor cobertura del follaje tras la aspersión.

Los resultados obtenidos de estos trabajos ayudarán a diseñar nuevas estrategias para el control sostenible del gusano terciopelo, con la finalidad de reducir el uso de insecticidas químicos en la zona Huasteca Tamaulipeca y otras regiones productoras de soya de nuestro país.

 

Figuras

Fig 1. (página de inicio) Gusano terciopelo vivo.

Fig 2. Gusano terciopelo muerto por infección con el baculovirus.

Fig 3. Partículas de baculovirus observadas con el microscopio electrónico de barrido.

Fig 4. Porcentaje de infección letal de orugas después de una aplicación del virus en Tamaulipas.