Una salud

Octavio Miguel Pérez Maqueo y Miguel Equihua Zamora

De un momento a otro un virus nos pone en jaque. En lo que va del año, este virus ha puesto a prueba la eficiencia de los sistemas de salud. Cada vez es más urgente que científicos y médicos desarrollen una vacuna y medios para curar a quienes adquieren la enfermedad. Hasta ahora, los recursos para enfrentarla a nivel global son elementales. Dado que la tasa de infección es proporcional a la cantidad de encuentros entre las personas de un núcleo poblacional, optamos por reducir esta frecuencia.

Es así como, la población de países enteros se ha visto obligada a mantenerse resguardada, mientras los gobiernos buscan opciones para mantener a flote el complejo sistema socioeconómico que ha sido fuertemente vulnerado, pues el consumo depende también de la frecuencia de interacción entre las personas y además hay unidades económicas enteras que han sido desactivadas con el mismo razonamiento.

Con todo lo sorpresivo que pareciera, este acontecimiento no es realmente una novedad. Desde hace algunos años se conocen los factores que propician el surgimiento de estas enfermedades (Figura 11). Dentro de estas, quisiéramos compartir con el lector la importancia que tiene procurar la salud de nuestro entorno como una estrategia proactiva que ayude a reducir la probabilidad de que se presenten estos eventos en magnitud semejante2.

Desde hace varios años se sabe que existe un fuerte vínculo entre nuestra especie y el resto de la naturaleza, lo que ha llevado a que surja el concepto de “Una salud”, A través de él se propone aceptar que nuestra salud depende también de la salud de los organismos con los que convivimos y por tanto la de los ecosistemas donde habitamos e interactuamos (Figura 2). El concepto de “Una salud” ha sido adoptado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) para diseñar y aplicar programas, políticas, leyes e investigaciones. Propicia el que los múltiples sectores se comuniquen y cooperen para lograr los resultados esperados en salud pública, que sólo son alcanzables con la coordinación intersectorial indispensable.

Para ilustrar el concepto de “Una salud” pensemos en el caso de la rabia, donde es mucho más eficiente mantener perros sanos a través de la vacunación, que tratar a las personas que hayan sido mordidas por estos animales y que pudieran portan el virus de la enfermedad. No obstante, es muy poco probable que podamos mantenernos sanos procurando solamente la salud de los animales que nos rodean. Animales y personas compartimos los ecosistemas en que vivimos, hay muchos microorganismos infecciosos que afectan tanto a unos como a otros y, por lo tanto, al entorno también hay que cuidarlo.

Las enfermedades zoonóticas transmitidas por una gran cantidad de microrganismos asociados a animales domésticos y silvestres requieren de otra estrategia. Una de ellas es prevenir el contacto con estos animales. En este sentido, todo indica que procurar la salud de los ecosistemas puede reducir la exposición no sólo a aquellos peligros que ya han sido ampliamente documentados como inundación o huracanes sino también a algunas enfermedades. Se tiene evidencia de que sitios naturales alterados por la acción humana son más susceptibles al intercambio de agentes infecciosos entre animales y humanos3. Uno de los mecanismos potenciales puede ser el incremento de especies hospederas de estas enfermedades en los sitios transformados como se ha corroborado y publicado en un estudio reciente a nivel global4.

De acuerdo con esta idea y considerando que el grado de transformación de los sistemas naturales ha sido desmesurado, es lógico pensar que se ha incrementado nuestra posibilidad de estar expuestos a enfermedades zoonóticas. Por lo mismo, la mejor manera de reducir lo anterior es revertir el daño a los ecosistemas, lo que implica entre otras cosas modificar los patrones de consumo que ha sido una de las causas principales de esta transformación.

También, habrá que seguir luchando contra la caza ilegal y el tráfico de especies. En este sentido, dentro de una estrategia de “Una salud” es muy importante incorporar la participación de antropólogos, sociólogos y áreas afines para mejorar nuestra capacidad para entender sistemas sociales masivos y altamente complejos. El enfoque de “Una salud” nos invita a reconocernos como miembros de ecosistemas en los que interactúan la fauna silvestre, los animales domésticos y la gente. En esta visión integradora, también importa reconocer que la acción social interconecta culturas y segmentos sociales diversos. Se extiende desde las metrópolis hasta las comunidades rurales. Gran parte de la conservación de la salud de los ecosistemas está bajo la tutela de comunidades rurales y grupos indígenas quienes a su vez dependen de los beneficios directos que les brindan los ecosistemas en donde habitan, por lo que habrá que prever opciones de uso y encontrar mecanismos mediante los cuales también quede garantizada su salud.

 

Pies de figuras

Fig 1. Factores que aumentan las enfermedades zoonóticas: resistencia antimicrobiana, agricultura y ganadería extensiva, comercio ilegal o poco regulado de vida silvestre, deforestación y cambio climático Elaboración propia con imágenes gratuitas de Pixabay.

Fig 2. Una Salud es un enfoque enfocado en procurar nuestra salud, la salud de los animales que nos rodean y la de los ecosistemas donde coexistimos. Elaboración propia

Fig 3. La idea de Una salud originalmente surge de la idea de mantener sanos a nuestros animales domésticos. Griselda Benítez Badillo.

Fig 4. Cascada en Coatepec. Mantener la salud de los ecosistemas es el primer escudo contra muchas enfermedades. Miguel Equihua Zamora