Plantaciones: el tiempo pasa... el bosque reaparece

Guadalupe Williams-Linera, Rosa Amelia Pedraza 

Artículo publicado en el Portal Comunicación Veracruzana el día 23 de junio 2021

Restaurar bosques toma su tiempo. Comparamos sitios restaurados con su bosque de referencia y con parcelas donde no hubo restauración: hay recuperación de la estructura de la vegetación, de las especies de árboles, y de los gremios según su función en el ecosistema. Los programas y compromisos con metas que promueven el establecimiento de árboles para recuperar la cobertura forestal deben considerar su mantenimiento y seguimiento a largo plazo. Nuestros resultados demuestran que la restauración activa es necesaria pero que, en cuestión de bosque, el tiempo importa: 20 años no es nada.

Palabras clave: restauración ecológica, bosque de niebla

Hace muchos años, todavía en la década de los 90s – en el milenio pasado-- se dio énfasis a la necesidad de recuperar los bosques nativos y se hicieron experimentos para probar técnicas de restauración ecológica para recuperar la estructura de la vegetación, la riqueza y composición de especies, la funcionalidad y los servicios del ecosistema original. En estos esfuerzos de restauración ecológica lo más importante era el conocimiento del ecosistema a restaurar. Los elementos clave fueron el uso de especies nativas, medir las condiciones previas del sitio a restaurar, y compararlo con bosques de referencia que representaran el modelo de ecosistema al cual se pretendía retornar.

En 1998 empezamos la restauración activa estableciendo cuatro especies de árboles nativos para acelerar la recuperación del bosque de niebla. Las especies fueron:  pepinque (Carpinus caroliniana), nogal (Juglans pyriformis), liquidambar (Liquidambar styraciflua) y palmillo o lengua de pájaro (Podocarpus matudai).  Nuestros sitios de estudio representaban dos condiciones problemáticas: un potrero abandonado con pastos exóticos y un terreno donde el bosque se taló para hacer carbón y donde la pezma (Pteridium arachnoideum) prevalecía. En estas áreas degradadas, la restauración activa se requería porque la dominancia de los pastos y la pezma dificultaba la regeneración natural y el establecimiento de plantas leñosas para iniciar la recuperación del ecosistema, es decir, la sucesión secundaria había sido detenida.

Veinte años después nos preguntamos si la restauración activa había acelerado la recuperación sucesional en relación con el bosque y las parcelas adyacentes no plantadas o sujetas a la restauración pasiva.

La restauración activa ayudó al desarrollo de una estructura forestal compleja, indicada por el tamaño de los troncos y la altura de los árboles. Los árboles plantados y la vegetación leñosa que creció debajo de ellos representaron el 57% del área basal de los bosques de referencia, pero en la restauración pasiva representó sólo el 16% del área basal del bosque. Los árboles en las plantaciones de restauración activa desarrollaron un dosel de 12 m de altura, el estrato arbóreo se estableció y la sombra proyectada al suelo llevó a la supresión del helecho pezma en un sitio y de los pastos exóticos en el otro. 

Como indicador de la recuperación funcional del ecosistema exploramos patrones de recuperación de la biodiversidad utilizando todas las especies juntas y los conjuntos de especies que representaban gremios clasificados como especies primarias o de bosque y especies secundarias o pioneras, y por el modo de dispersión de las semillas. 

Las condiciones microambientales (temperatura, humedad, sombra) cambiaron y permitieron la llegada y el establecimiento de especies arbóreas primarias, las plantaciones alcanzaron el 50% de esas especies. Hubo un incremento importante en la riqueza de especies. Aparecieron lianas, y arbustos y hierbas en el sotobosque, que dieron un aspecto diferente a los sitios. La riqueza arbórea fue similar en las plantaciones de restauración activa que en el bosque de referencia.

La restauración activa también cambió los grupos funcionales de especies y aparecieron más árboles con semillas dispersadas por animales, y la proporción de especies con semillas dispersadas por gravedad o por viento fue similar a la del bosque. En cambio, las parcelas en restauración pasiva permanecieron detenidas en el tiempo: su riqueza fue cuatro veces menor que en la restauración activa y principalmente de especies dispersadas por el viento. 

En conclusión, la plantación activa de especies de árboles nativos adelantó la sucesión secundaria unos 30 o 35 años y promovió la recuperación del bosque de niebla en escenarios donde pastos exóticos y pezma dificultaban el establecimiento de árboles nativos. 

Aun cuando la restauración activa fue exitosa, a 20 años de la restauración ecológica con especies nativas todavía está retirado el tiempo para alcanzar la estructura y composición de un bosque maduro. Nuestros resultados ayudan a aclarar las escalas de tiempo reales durante las cuales se produce la restauración y a resaltar la importancia de los estudios a largo plazo con un seguimiento continuo para mejorar las técnicas de restauración y maximizar así la recuperación de la biodiversidad, las funciones y los servicios ecosistémicos proporcionados, en este caso, por el bosque de niebla.

 

Pies de figura

Fig 1. Las especies utilizadas en las plantaciones de restauración (GWL).

Fig 2. El pezmal y el potrero (GWL).

Fig 3. Recuperación de estructura y riqueza de especies en la plantación con restauración activa y comparación con bosque y parcela sin restaurar (GWL).

Figura 4. Entrando al pezmal, tiempo intermedio y presente (GWL). (imagen para slider y parte superior). 

 

Referencia

  • Pedraza, R.A., G. Williams-Linera, T. Nicolás-Silva. 2021. Vegetation structure and biodiversity recovery in 19-year-old active restoration plantations in a Neotropical cloud forest. Forest Systems 30(1): e004.