Etólogos y hormigas

Federico Escobar S 

Por ser sociales, las hormigas han llamado la atención de los biólogos dedicados al estudio del comportamiento animal. Las hormigas viven en colonias y dividen las múltiples tareas para cuidar de la cría y mantener los nidos. Para esto han desarrollado un complejo lenguaje químico. Aunque algunas especies de hormigas viven en simbiosis con otras especies incluyendo plantas y hongos, varias especies de hormigas pueden dominar a otras e incluso, esclavizarlas.

Palabras clave: comportamiento, vida social, cooperación y competencia. 

Además de la enorme diversidad de formas, tamaños y colores de los seres vivos que habitan sobre la tierra, es posible reconocer en ellos una amplia y fascinante variedad comportamientos. El comportamiento animal incluye todas las maneras en que los individuos interactúan con otros organismos y con el medio ambiente que habitan. De manera coloquial, podemos decir que el comportamiento es toda aquella actividad que favorece la supervivencia de un individuo o grupo de individuos. Los científicos dedicados al estudio del comportamiento se conocen como etólogos. La etología es una disciplina de la biología que tiene como objetivo el estudio de la conducta, en particular el descubrimiento de las pautas que guían la actividad innata o aprendida de las diferentes especies animales en su medio natural. Aunque también los etólogos realizan estudios en condiciones de laboratorio y en algunas ocasiones con animales en cautiverio. Así, los etólogos estudian distintos aspectos del comportamiento animal, tales como la agresividad, la cooperación, el apareamiento, la búsqueda de alimento, la migración, la vida social, la impronta, el aprendizaje y muchos otros.

Uno de los grupos de animales que por largo tiempo ha llamado la atención de los etólogos, tal vez su parecido con la organización de las sociedades humanas, son las hormigas. Las hormigas son insectos sociales de la Familia Formicidae. Viven en colonias que varían en tamaño según la especie y que van desde unos pocos individuos que nidifican en cavidades naturales (ejemplo, huecos en los árboles) hasta complejas colonias de gran tamaño bajo tierra, las cuales pueden albergar millones de individuos, como es el caso de las hormigas cortadoras de hojas (Fig 1), también conocidas comúnmente como “hormigas arrieras” y en México “chicatanas”, cuyos nidos pueden abarcar hasta 80 m2 y 5 m de profundidad bajo el suelo.

Mediante la observación de la vida social de las hormigas, los etólogos han descubierto que las colonias de hormigas están dirigidas por una o varias reinas, cuya misión es poner miles de huevos para garantizar la supervivencia de la colonia. Las hormigas trabajadoras u obreras (las que normalmente vemos fuera de los nidos), son hembras sin alas que no se reproducen. En su lugar, se dedican a múltiples tareas tales como la exploración, la recolección de alimento, el cuidado de la cría, la eliminación de desechos, la construcción y reparación del nido y defensa de la colonia.

La vida social de las hormigas está regulada por múltiples sustancias químicas o feromonas que se producen en diferentes partes del cuerpo. Las feromonas, similar al lenguaje en los humanos, 

informan a otros individuos de la colonia la ubicación de las fuentes de alimento. Estas sustancias también son usadas como alerta de potenciales enemigos que ponen en riesgo a la colonia. Incluso se sabe que estas sustancias son mezcladas con el alimento (comportamiento conocido como trofalaxia) para transmitir información dentro de la colonia. Algunas de estas sustancias son específicas, como una huella digital, permite a los individuos reconocerse como un integrante de la colonia.

Uno de los aspectos más interesantes del comportamiento de las hormigas son las diferentes maneras como se relacionan con otras especies. Uno de las más llamativas son las relaciones simbióticas que establecen con otras especies de hormigas, otros grupos de insectos, plantas y hongos. Relaciones que, en algunos casos, por un proceso entrelazado de evolución, son consideradas relaciones mutualistas (es decir, en donde cada especie depende de la otra para sobrevivir). Este es el caso de las hormigas que cuidan de jardines de hongos para alimentarse, o de las hormigas que cuidan de rebaños de áfidos o pulgones, quienes a cambio de protección secretan gotas azucaradas por el abdomen que sirven de alimento para las hormigas (Fig 2). En este sentido, también es notable la interacción de las hormigas con las plantas: las hormigas defienden a las plantas de los herbívoros y ellas ofrecen a las hormigas, a través de estructuras especializadas (conocidas como cuerpos de Belt), lípidos y proteínas.

Los etólogos también se han dado cuenta que las hormigas cuentan con un amplio repertorio de comportamientos para dominar y competir. Algunos ejemplos de estos comportamientos son las hormigas nómadas, también llamadas “marabuntas” (Fig 3), las cuales no establecen colonias fijas, sino que deambulan por amplias zonas en gran número (hasta 1.5 millones de individuos en una sola travesía) para cazar todo tipo de invertebrados, incluso vertebrados de tamaño pequeño como ranas, lagartijas y ratones. Otro caso fascinante, son las hormigas esclavistas. Estas hormigas son parásitos que capturan crías de otras especies de hormigas para aumentar la fuerza de trabajo de su colonia. Después de nacer las hormigas esclavizadas trabajan como si estuvieran en su propia colonia.

A pesar de que los etólogos han descrito múltiples comportamientos de la vida social de las hormigas, aún queda mucho por descubrir. Tal vez este pequeño escrito pueda servir como motivación para que la próxima vez, cuando veas un nido de hormigas observes con interés, como lo hacen los etólogos, qué hacen, qué comen, cómo son los nidos, a dónde van y cómo se la llevan con otras especies.