Exploradores de plantas de los siglos XVIII y XIX

Andrew P. Vovides y Miguel Ángel Pérez-Farrera

Artículo publicado en el Portal Comunicación Veracruzana el día 07 de enero 2022

Viajar en alta mar en velero durante los siglos XVIII y XIX presentaba un reto sin precedentes. Estas naves de madera, velas y cuerdas sin previstas de radio ni radar para circunnavegar tormentas y icebergs, estaban a la merced del alta mar.

Por lo menos estas naves contaban con sextantes, brújulas y cronómetros, este último instrumento cuyo inventor inglés John Harrison (1693–1776) galardonado por el Parlamento, fue responsable en fijar la longitud cero en Greenwich Inglaterra (Whittle 1984). Antes de esto los navegantes dependían de los cuerpos celestiales para la navegación, y en días y noches nublados no tenían ni idea donde andaban.

El transporte de plantas en aquellos días presentaba un reto especial dado los largos viajes. Un ejemplo es el transporte del árbol de pan (Artocarpus altilis (Parkinson) Fosberg.) y Jackfruit o yaca (A. heterophyllus Lam.) desde la polinesia a las islas caribeñas para alimentar los esclavos que trabajan en las plantaciones de caña de azucar. Este acontecimiento nos trae recuerdos del famoso motín de la embarcación HMS Bounty de la marina británica en el año 1789 (Boyne 2008).  

Para conservar vivas las plantas en las embarcaciones durante largas travesias los botánicos recurrían a la caja Wardian.  En esta caja en forma de invernadero en miniatura, del cual hay muchas formas y estilos ornamentales, o simplemente un garrafón de vidrio, se siembra las plantas en suelo húmedo y se tapa. El crecimiento de las plantas es alentado o arrestado y se pueden mantener vivas por meses o años, suficiente para las travesías en barco.

Durante el período colonial europeo las metas prioritarias de los exploradores de plantas se enfocaban sobre especies con interés económico y alimenticio para su introducción e intercambio entre los jardines botánicos y viveros. Ejemplos de este intercambio son las papas y tomates de América a Europa y la caña de azucar de órigen asiática, y col de Bruselas, brócoli, repollo (variedades de Brassica oleracea L.) de órigen mediterranea, entre otras a América.  Así mismo, como contribuir al incremento de los acervos de los herbarios adjuntos y la riqueza hortícola y de jardinería de los distintos países (Moore, 1974; Bye, 1994). Hoy en día nos percatamos que nunca antes en la historia han sido tan importantes los jardines botánicos en la investigación científica (Crane et al., 2009).

La destrucción y quema de las selvas y bosques aporta una quinta parte de las emisiones de carbono en la atmósfera, más de lo que producen los sistemas de transporte a nivel mundial (Crane et al., 2009). El cambio climático está afectando la permanencia de ciertas especies en sus áreas naturales y, en algunos casos, causa su desaparición o migración, así como la mortandad masiva de las especies en los bosques debido al estrés hídrico (Choat et al., 2012). Además, la alteración de los climas tendrá impactos serios sobre los ecosistemas y las poblaciones humanas (Walther et al., 2002; Thuiller et al., 2005; Cushing y Kopas, 2011).

 

Referencias

  • Boyne J. 2008. Mutiny on the Bounty. Salamandra, Barcelona.
  • Bye R. 1994. Historia de los jardines botánicos: evolución de estilos, ideas y funciones. Revista Chapingo, Serie Horticultura 2:43-53.
  • Choat B., Jansen S., Brodribb T.J., Cochard H., Delzon S., Bhaskar R., Bucci S.J., Feild T.S., Gleason S.M., Hacke U.G., Jacobsen A.L., Lens F., Maherali H., Martínez-Vilalta J., Mayr S., Mencuccini M., Mitchell P.J., Nardini A., Pittermann J., Pratt R.B., Sperry J.S., Westoby M., Wright I.J. y Zanne A.E. 2012. Global convergence in the vulnerability of forests to drought. Nature 491:752-756.
  • Crane P.R., Hopper S.D., Raven P.H. y Stevenson D.W. 2009. Plant science research in botanic gardens. Trends in Plant Science 14:575-577.
  • Cushing L., Kopas J. 2011. Principal human rights impacts of climate change in Latin America. Reporte de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA). San Francisco.
  • Moore J.K. 1974. Botanic gardens and arboreta. En: Radford A.E., Dickison W.C., Massey J.R. y Bell C.R. Ed
  • s. Vascular Plant Systematics, pp. 775-790, Harper and Row, Nueva York.
  • Thuiller W., Lavorel S., Araújo M.B., Sykes M.T. y Prentice I.C. 2005. Climate change threats to plant diversity in Europe. Proceedings of the National Academy of Science USA 102:8245–8250.
  • Walther G.R., Post E., Convey P., Menzel A., Parmesan C., Beebee T.J.C., Fromentin J.M., Hoegh-Guldberg O. y Bairlein F.2002. Ecological responses to recent climate change. Nature 416:389-395.
  • Whittle, E. 1984. The Inventor of the Marine Chronometer: John Harrison of Foulby (1693-1776). Wakefield Historical Publications. pp. 6–8. Reino Unido.