El crucetillo es una maravilla, pero… ¿Cuál crucetillo?

Enrique César Crivelli, Olivia M. Palacios Wassenaar, Israel Acosta Rosado, José de Jesús Pale Pale, Carlos Duran Espinosa

Artículo publicado en el Portal Comunicación Veracruzana el día 03 de febrero 2022

Las plantas medicinales han sido reconocidas y utilizadas desde tiempos prehispánicos en México. El desconocimiento de una planta medicinal puede llevar a intoxicaciones o efectos terapéuticos adversos por un equivocado uso de especies de plantas incorrectamente identificadas.

Palabras clave: Herbario, plantas medicinales, botánica.

Las plantas nos han acompañado como apoyo para el alivio de nuestros problemas de salud desde el inicio de la historia humana. Cada país o grupo humano tiene su propio conjunto de especies de plantas utilizadas tradicionalmente como medicinales, siendo éstas muy numerosas y diversas. De hecho, la farmacología moderna inició con el uso y estudio de plantas con actividad medicinal. Incluso la Organización Mundial de la Salud, ha reconocido muchas prácticas terapéuticas ancestrales basadas en las propiedades curativas de las plantas y les ha concedido una gran importancia en los esquemas públicos de salud de algunos países, principalmente de los pertenecientes a la zona del Pacífico. México en particular, tiene una extraordinaria variedad de especies utilizadas en la medicina tradicional de sus distintos grupos étnicos y sus aplicaciones han sido compartidas de generación en generación. 

En el caso de la cultura mexica, el conocimiento de las plantas medicinales está bien documentado desde la llegada de los españoles, mediante libros como el Códice De la Cruz-Badiano, escrito en latín y náhuatl que data de 1552, el cual constituye el primer tratado que describe las propiedades curativas de las plantas empleadas por los mexicas. 

Este documento es considerado como el texto más antiguo de medicina escrito en América. Es muy importante porque muestra el conocimiento que tenían los pueblos originarios en cuanto al tratamiento de sus enfermedades y el uso de las plantas con fines curativos. 

Para los expertos en plantas medicinales de la época prehispánica, era muy relevante el ser muy específicos en el momento de utilizar una planta con fines medicinales. Esto se ve en que en un libro de esta época como el Códice De la Cruz-Badiano, se incluyen dibujos detallados de cada planta, así como su nombre científico, para evitar errores en la aplicación de los tratamientos. La identificación exacta de las especies útiles por sus propiedades curativas se reconoce desde entonces vital para el éxito en su utilización. 

Los nombres que comúnmente se asignan a las especies varían mucho entre regiones y grupos étnicos dentro y fuera de México. Actualmente con el acceso ilimitado que tenemos a miles de páginas en Internet, una gran cantidad de información está disponible para todos los usuarios. Esto podría parecer muy positivo en un principio para la difusión del conocimiento botánico y de las plantas medicinales específicamente, sin embargo, no siempre es así. El español es uno de los idiomas más hablados del mundo, el segundo en cuanto a hablantes nativos y el tercero más usado en el internet. En 21 países, el español es lengua oficial. Esto hace que la información sobre plantas medicinales utilizando nombres vulgares o comunes sea muy diferente de un país hispanohablante a otro, ya que, si los nombres comunes de una misma planta cambian de una región a otra dentro de un mismo país, más aún entre diferentes naciones separadas por una gran distancia geográfica. 

Fig. 2. Diferentes especies de plantas con el nombre común “Sangre de Cristo”:

1. Justicia spicigera; 2. Fumaria officinalis; 3. Columnea sanguínea. Créditos: Israel Acosta.

Un ejemplo de un nombre común compartido entre diferentes plantas medicinales es “Sangre de Cristo”. Bajo este nombre es conocida Justicia spicigera, una planta de la familia Acanthaceae, también conocida como “muicle” y que se utiliza para problemas de la sangre en general, enfermedades respiratorias (tos, bronquitis), cutáneas (erisipela, sífilis, granos) y gástricas entre otras. También se le conoce como “Sangre de Cristo” a Fumaria officinalis, una planta de la familia Papaveraceae, con numerosos alcaloides y empleada como analgésico y antihistamínico entre otros usos. Otra planta llamada comúnmente con este nombre en otros países es Columnea sanguínea, no muy reconocida por tener efectos medicinales. Estas tres diferentes especies de plantas no están relacionadas y tienen efectos muy diferentes en sus usos terapéuticos.

Una planta curativa que está en boga hoy en día y que no está libre de estos errores de identificación es el “crucetillo”, cuyo nombre científico es Randia monantha, de la familia Rubiaceae. También conocida como “guaje”, “crucito” o “tintero”, es una planta encontrada en muchas localidades del Estado de Veracruz. Es un arbusto o arbolito, generalmente armado con grupos de 2 a 4 espinas, dispuestas en el ápice de las ramitas, comúnmente en forma de cruz, de ahí su nombre común. Se le atribuyen usos para la mordedura de serpientes, alacranes y todo tipo de animal ponzoñosos y como alternativa en la cura del cáncer, papiloma y diabetes entre otras enfermedades. Aunque algunos estudios clínicos han probado que puede tener efectos positivos contra algunos padecimientos, se ha confundido a varias especies del género Randia, entre las que están Randia aculeata, R. albonervia, R. laetevirens y R. nelsonii, con el original “crucetillo”. Esto genera dificultad para realizar un correcto uso de una planta medicinal y resalta la importancia de conocer y utilizar los nombres científicos.

El riesgo de utilizar los nombres comunes, sin agregar el nombre científico correcto, se hace evidente debido a que una cantidad considerable de los medicamentos actuales se basan en sustancias y principios activos procedentes de plantas. Entonces, confundir una especie con otra por su nombre común, para el tratamiento de alguna dolencia o para buscar algún efecto curativo podría, en el mejor de los casos, no tener efecto alguno sobre la dolencia que se busca aliviar, o bien, podría incluso tener efectos adversos o contradictorios sobre la salud. Esto, no por falta de efectividad de la especie de planta que debía utilizarse,  sino por confundirla con otra especie, basados en los nombres comunes. En esto, podemos mencionar ejemplos de nombres como “palo blanco”, “encino rojo” o “espinosa”, que son muy utilizados, pero representan a varias especies distintas cada uno.

Sin duda alguna, antes de consumir cualquier planta con fines medicinales o terapéuticos, es necesario apoyarse con algún botánico experto o algún taxónomo para la identificación de una planta a consumir y consultar a un médico sobre la cantidad y manera de su consumo, así como de sus posibles  contraindicaciones. Hay que recordar que generalmente la dosis diferencia a un veneno de una medicina.

En este marco de referencia, los herbarios tienen una función muy importante para el resguardo de la información relativa a las plantas medicinales y sus nombres científicos, ya que guardan un acervo invaluable de ejemplares de especies colectadas a lo largo y ancho de la geografía mundial, e incluyen en muchos casos, sus nombres comunes y usos locales.