Científicas: la aguja en el pajar

Andrea Farias Escalera

Aun cuando en la última década en México tenemos cifras al alza en el número de investigadoras, esta no es suficiente para que reconocerlas o tener presente su trabajo y aportaciones a la ciencia y la tecnología. ¿Qué podemos hacer cuando tenemos una población de investigadoras por debajo de lo que cabría esperar, considerando que las mujeres representan el 52% de la población mexicana? Aquí una respuesta.

Palabras clave: científicas, brecha de género, igualdad

 

Te invito a que empecemos este artículo con un sencillo experimento:

Paso 1. Piensa en algún científico famoso… ¿listo? 

Seguramente llegó a tu mente la imagen de Albert Einstein con su melena despeinada, o del galante Nikola Tesla y su estilizado bigote negro; o tal vez Isaac Newton y su manzana, Thomas Alba Edison o incluso alguno reciente como Stephen Hawking. Inclusive es probable que todos estos científicos famosos y otros más, aparecieron en simultaneo en tu memoria. Entonces vayamos al siguiente paso.

Paso 2. Ahora, piensa en alguna científica…

¿En quién pensaste? Posiblemente Marie Curie es la ganadora por excelencia -con razones de sobra para ello-, o Ada Lovelace quien, aunque hizo aportaciones importantes a la ciencia, no era una científica como tal; a lo mejor pudo surgir la imagen de Rosalind Franklin o Lise Meitner, pero de a poco los modelos femeninos de científicas se nos acaban o ninguno de los anteriores nos resulta conocido y descubrimos que, en realidad, son pocas las mujeres que podemos reconocer y más aún, saber sobre sus aportaciones a la ciencia y la tecnología.

La escasez de reconocimiento de las mujeres en la ciencia no es resultado del descuido, la ignorancia o una mera casualidad, sino justamente de su baja representatividad con respecto al global. En la actualidad, únicamente el 29.3% del total de investigadores o científicos en el mundo, corresponden al género femenino. Y si pensamos en científicos famosos, que suelen asociarse con ser galardonados con el Premio Nobel, te sorprenderá saber que un escaso 3% (o 25 de 887) de los reconocidos con esta distinción en categorías de Ciencias -que incluye Física, Química, Fisiología, Medicina y Economía- han sido mujeres. Es evidente que lo anterior tampoco es consecuencia de una falta de capacidad y talento por parte del género, sino a múltiples factores de tipo económico, sociocultural, e incluso religioso que se solapan dando lugar a brechas de género y círculos viciosos de diferencias económicas y sociales, que llevan al rezago gradual de las mujeres.

Fig 1. Científicos Vs. Científicas. Gráfico de https://es.statista.com Fotos de científicos de Wikipedia.

En México no cantamos mal las rancheras, aun cuándo se han mejorado las cifras con el pasar de los años -y las administraciones gubernamentales-, únicamente el 38% del total de científicos reconocidos por el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), son mujeres. Quizá estés pensando que no andamos tan mal y es un porcentaje suficientemente decente, si tomamos como referencia el mundial. Entonces profundicemos: si colocamos este 38% de científicas, con respecto a la población de mujeres económicamente activas, el valor se diluye hasta un 0.05%, si solo consideramos al género femenino y a un 0.02% si tomamos el total... no es de sorprender que buscar representaciones de científicas y además mexicanas, se convierta en una labor de “encontrar la aguja en el pajar”.

Representatividad de las científicas mexicanas como parte de su población en actividades económicas

 

Lo más preocupante es que no se vislumbra un cambio alentador a futuro. Por el contrario, cada vez menos jóvenes en general y mujeres en particular, eligen profesiones relacionadas a la ciencia y la tecnología, basando sus decisiones justamente en la poca o nula información en el tema o los escasos contactos en su entorno con la ciencia y las científicas. En una cultura machista como la nuestra, son pocas las oportunidades que las niñas tienen para explorar con juguetes o actividades en ciencia. Influyen de manera sobresaliente los factores socioculturales impuestos por el entorno sobre las prescripciones, reglas, expectativas y atribuciones asociadas al género, es decir el “rol” de la mujer, y la visión de la ciencia y los científicos, y el impacto y la valoración sobre el beneficio que brindan a la sociedad. Inciden sobre las jóvenes y su decisión para la elección de una profesión, los prejuicios como aquellos que indican que hay carreras que no son para mujeres o son difíciles para ellas -como las ingenierías, física o matemáticas-, o que quienes las eligen no tendrán trabajo, les restará feminidad u oportunidades para formar una familia; también están aquellos atribuidos a la apariencia de los científicos o a los interesados en estos temas, con los calificativos despectivos de genio, nerd, weirdo, raro o freak, por mencionar algunos ejemplos.

Estereotipos de la ciencia y los científicos. En inglés, el acrónimo “STEM” se hace referencia a los campos de la ciencia,

la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.

 

Aunque hasta aquí todo parece siniestro, tenemos la grandiosa oportunidad de darle un giro al futuro. Aun cuando el problema de la brecha de género en la ciencia es complejo de resolver, porque integra múltiples factores que inciden en él, hay una vía importantísima para sumar a favor, que además es el más importante porque nos involucra a nosotros como sociedad. La visibilización y participación de las mujeres en la ciencia empieza desde casa y en nuestro entorno, poniendo fin a los prejuicios sobre las niñas y mujeres como responsables de las labores domésticas y los cuidados familiares y ofreciéndoles por igual, actividades que amplíen y mejoraren sus perspectivas de carrera, así como su desarrollo profesional y personal a largo plazo. Esto va desde los juegos y juguetes que les proporcionamos, las actividades en que las involucramos en casa y escuela, los libros que compartimos y la participación y asistencia en eventos de acercamiento a la ciencia disponibles en su entorno, por mencionar algunas. No se trata de educarlas sino de educarnos todos hacia el cambio a una sociedad igualitaria y equitativa donde niñas y niños, mujeres y hombres, cuenten con las mismas oportunidades para que el talento y la innovación puedan florecer y dejemos de buscar agujas en el pajar.

 

Referencias

Datos estadísticos: