Abejas parásitas: oportunistas en peligro

Paola A. González-Vanegas y Carlos A. Cultid-Medina 

Artículo publicado en el Portal Comunicación Veracruzana el día 21 de febrero 2022

Conoceremos algunas intimidades de las abejas parasitas, un grupo muy peculiar de insectos que, a pesar de su oportunista estilo de vida, pueden estar en serio peligro de desaparecer.

Palabras clave: abejas Cuco; abejas nativas; polinización.

En el mundo natural existen muchos ladrones que sacan provecho de los recursos obtenidos por otros organismos. Entre estos podemos encontrar aves, peces, escarabajos y avispas. ¡Pero, las abejas no son la excepción! A estas ladroncillas se les conoce como abejas parásitas, cucos o cleptoparásitas. La raíz griega klepto significa robar, y hace referencia a organismos que van por la vida robando la comida de otros.

Las abejas parásitas a diferencia de las otras abejas no construyen nidos y no recolectan polen ni néctar para alimentar a sus crías. En consecuencia, sus cuerpos no presentan estructuras especializadas para transportar los recursos recolectados, es decir, no tienen escopas o corbículas (Figura 1). El comportamiento, aspecto y tamaño de las abejas parásitas es bastante variado, pero en general son más similares a las avispas cazadoras que a las abejas recolectoras (Figura 2).

Casi una quinta parte de las 20000 especies de abejas conocidas a nivel global son abejas parásitas (~4500 spp) y están reunidas en cuatro familias: Apidae, Megachilidae, Halictidae y Colletidae. Se pueden reconocer dos grandes grupos de estas abejas: i) aquellas que parasitan la cría de abejas solitarias, también llamadas como abejas cucos o cleptoparásitas, entre los géneros comunes de abejas cucos están Coelioxys, Mesoplia, Stelis y Nomada (Figura 2) y ii) abejas parásitas sociales, que sólo atacan a especies de abejas sociales. No obstante, los límites entre ambos grupos son difuso, por lo cual, algunas abejas cucas también pueden parasitar abejas sociales (Ej. Abejorros cuco del género Psithyrus) (Figura 3).

¡Las abejas cuco son criaturas sorprendentes! Usualmente la hembra entra al nido de una abeja recolectora de polen, deposita uno o más huevos en el nido de su víctima, y en ocasiones mata a la larva o incluso a la dueña del nido ó lo hace su larva tan pronto sale del huevo. Una vez se deshace de su competencia, la larva de la abeja parásita continúa consumiendo el polen y el néctar que la dueña del nido había recolectado para sus propias crías hasta finalizar su desarrollo y convertirse en una nueva abeja parásita. Por su parte, en las abejas parásitas sociales la hembra entra al nido y “derroca a la reina de la colonia”, reemplazándola como la hembra que pondrá los nuevos huevos y se apropia de las obreras de la colonia; desde este punto las obreras trabajaran para cuidar a las crías de la falsa reina.

¿Cómo surgió la estrategia de vida de las abejas parásitas? La respuesta corta es: dejar la crianza y manutención de tus hijos a otros puede ser una alternativa muy conveniente. Así, las abejas parásitas no invierten energía en construir nidos y buscar alimento. Pero la historia es mucho más compleja. Actualmente los científicos proponen dos hipótesis para explicar el origen de las abejas parásitas: i) En escala evolutiva, estas abejas descendieron hace relativamente poco tiempo (~74 millones de años en Apidae) a partir de especies de abejas recolectoras y de forma independiente en diferentes familias y ii) El parasitismo es una estrategia que apareció en un grupo muy antiguo del cual descienden todas las abejas parásitas. Sin embargo, el debate sigue abierto. Algunos estudios con ADN han ofrecido evidencia de la segunda hipótesis para la familia Apidae, pero otros estudios apoyan a la primera hipótesis en otras familias.

A pesar de su oportunismo, no hay tantas abejas Cuco como esperaríamos: Aunque no sabemos con certeza cómo surgieron, si sabemos que hay muchas menos especies de abejas parásitas que abejas recolectoras de polen. ¿Si son tan pocas y raras, entonces porqué son importantes? Cuando escuchamos sobre organismos que se alimentan de otros organismos a través de la caza (Ej. El tiburón), y del parasitismo (Ej. garrapatas), tendemos a reaccionar de forma negativa o con temor hacia estos organismos. Sin embargo, los depredadores y parásitos son muy importantes para mantener el equilibrio natural de los ecosistemas, ayudando a controlar la cantidad de individuos que hay de otras especies. Este importante papel también es realizado por las abejas parásitas.

Al estar en la cima de la red trófica de las comunidades de abejas, las abejas parásitas son mucho menos abundantes y raras que sus contrapartes herbívoras o abejas hospederas. Por lo tanto, como todos los animales depredadores, desde los tiburones blancos hasta el lobo mexicano y el águila arpía, las abejas parásitas son organismos altamente sensibles a la perturbación del ambiente, especialmente cuando la perturbación y daño deriva de actividades humanas como la acelerada y no planificada expansión de las fronteras urbanas y agropecuarias. De hecho, en Estados Unidos y Europa gran parte de las especies parásitas de abejas se han extinguido o están en proceso de desaparecer en escala local. Para nuestra región donde apenas estamos empezando a comprender a estas abejas, el escenario podría ser mucho menos alentador.

Las abejas parasitas si contribuyen a la polinización: Aunque la reproducción de las abejas ladronas no depende de recolectar recursos florales como néctar y polen, estas abejas también son importantes visitantes florales de muchas especies de herbáceas. Por lo tanto, pueden contribuir en cierta medida a la polinización. Su aporte relativo a la polinización es un tema de creciente auge. La información presentada en este artículo es una síntesis de Danforth et al. 2019 (Capítulo 10).

 

Referencias

 

Enlaces Naturalista.mx de las fotos presentadas en este artículo