El otro veterinario, los otros médicos

Luis M García Feria

Generalmente cuando escuchamos o nos referimos con la palabra veterinario, nos enfocamos en el profesional que “cura” a los animales, “el doctor de animales”, y entre estos animales solo consideramos a los más familiares que son los domésticos. Tradicionalmente, el veterinario, profesionalmente conocido como médico veterinario, es el profesional que se encarga del estudio, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de los animales.

En tiempos recientes, por los avances en la medicina tanto humana como la veterinaria, el médico veterinario se ha hecho más especialista en las diferentes ramas de la medicina. Al igual que los médicos humanos, existen médicos veterinarios especialistas en cardiología, gastroenterología, oftalmología, dermatología, reproducción, genética, nutrición, odontología, etc., además de la especialización por especie estudiada, por ejemplo: especialistas en equinos, bovinos, cerdos, aves, animales de compañía, animales de zoológico, animales de laboratorio, etc. Por otro lado, el médico veterinario también ha sido responsable del monitoreo de las enfermedades de los animales de producción, haciendo presencia en aspectos de epidemiología y salud pública, así como de la inspección sanitaria de los productos de origen animal que cotidianamente usamos como alimento.

Actualmente, debido a las necesidades y los cambios ambientales que el planeta está cursando, el médico veterinario ha incursionado en otras disciplinas como la ecología, enriqueciendo con su perfil diferentes líneas de trabajo e investigación. Por ejemplo, para el caso de animales silvestres, su papel principal se dirigía al manejo médico de animales de zoológico, circos y colec­ciones particulares; ahora, debido a la proble­mática de la extinción y amenaza de numerosas especies, el manejo de enferme­dades infecciosas y no infecciosas, y su importancia en la salud ecológica (interacción entre la salud humana, la salud animal y la salud del ecosistema), el médico veterinario ha tenido un papel muy importante en el estudio de la salud global.

A mediados de la década de los 90, el investigador Phillip Kosch acuñó el término medicina de la conservación, bajo la premisa de que “La salud conecta a todas las especies del planeta”. Esta disciplina, relativamente nueva, concentra el trabajo multidisciplinario como lo más factible para obtener excelentes resultados en los planes de control y monitoreo de enfermedades, así como la con­servación de las especies y de la salud. Cuando el médico veterinario interactúa en esta disciplina, se convierte en un medico de la conservación.

Dese hace varias décadas, muchos estudios se han realizado para conocer que las enfermedades tienen un papel importante en la regulación del tamaño, la densidad, distribución y estructura de las poblaciones silvestres. No obstante, debido a que las poblaciones no pueden estar libres de enfermedades, se intenta entender su transmisión dentro de las poblaciones y entre especies, y así disminuir los riesgos que les dan origen. Para la evaluación de dichos riesgos, es necesario conocer a la enfermedad desde un punto de vista ecológico, realizar su vigilancia sanitaria y epidemiológica, así se podrá detectar la presencia, recurrencia, emergencia y/o dispersión de la enfermedad estudiada, además de las características propias del agente que la causa.

Para contribuir a la salud ecológica, el médico veterinario se encarga de monitorear esta inciden­cia en la fauna silvestre, posibles vectores o cambios de vectores de transmisión, el riesgo sobre animales de pro­ducción y viceversa, así como el posible riesgo en la salud humana (p. e.  zoonosis: enfermedades que se transmiten de animales a humanos). Un ejemplo muy reciente es el caso del brote de influenza aviar H1N1 en el 2009, que paralizó México, y el virus de influenza AH7N3 en aves de producción en Guanajuato y Jalisco 2012-2013, que como consecuencia elevaron los precios del huevo y del pollo. Muchas de las enfermedades se han logrado dispersar con mayor efectividad gracias al turismo y a la facilidad de viajar en corto tiempo largas distancias, ya sea por vía terrestre o aérea. También es papel del médico veterinario colaborar en el monitoreo de los cambios de especies infectadas, incidencia de la enfermedad en animales silvestres y domésticos, distribución, diagnóstico y control, y en su caso el tratamiento de la enfermedad.

La aparición de enfermedades zoonóticas hasta la fecha desconocidas, han causado gran interés de estudio por el alto potencial de riesgo. Estas enfermedades zoonóticas emergentes son principalmente de origen silvestre, y de muchas de ellas se han demostrado que su dispersión y transmisión hacia los humanos son consecuencia de los cambios ambientales causados por la misma actividad humana, ya sea entrando en contacto directo con los animales silvestres portadores o reduciendo su hábitat hasta forzar la coexistencia. 

Además de las enfermedades infecciosas, se consideran entre los riesgos a la salud a los alteradores endócrinos como causas de enfermedades no infecciosas. Los alteradores o disruptores endocrinos son compuestos químicos que causan toxicidad en el sistema endocrino principalmente, suplantando a las hormonas naturales y causando trastornos en los procesos normales de reproducción y desarrollo. El uso indiscriminado de pesticidas (herbicidas, fungicidas e insecticidas y otros químicos) se ha convertido en la alta dispersión y contaminación del aire y del agua por más de 50 años. Una de las sustancias más conocidas es el DDT, sin embargo se han identificado aproximadamente 500 sustancias químicas sintéticas sobre las que se conoce o se sospecha que tienen capacidad de alterar el equilibrio del sistema endocrino de los seres humanos y de otras muchas especies de seres vivos.

Los primeros daños atribuidos al DDT fueron el reblandecimiento del cascarón de los huevos de varias es­pecies de aves, rompiéndose en el momento de la incubación; posteriormente se evaluaron los riesgos de la toxicidad en humanos, llegando así a prohibir su venta y uso en muchos países. Otro ejemplo es el Triclosán (compuesto encontrado en desodorantes, pastas dentales y otros artículos de higiene personal) tiene efectos graves en el desarrollo de anfibios y peces, así como en su actividad muscular; en otros animales se ha observado que causa alteraciones de las hormonas tiroideas que pudieran tener un efecto negativo en el desarrollo del cerebro, estos mismos efectos se ha estudiado que probablemente estén sucediendo en otros mamíferos como delfines y humanos.

Así es que el papel del médico de la conservación (y disciplinas médicas asociadas a la medicina de la conservación) es conocer los mecanismos por los cuales se interfiere con las funciones del sistema endo­crino, los efectos en el desarrollo y en la reproducción, en el comportamiento, maduración y en la supervivencia de las especies. Realizar monitoreo de la salud del sistema endocrino en una población silvestre determinando los niveles de diferentes hor­monas, así como la evaluación del sistema inmune, ya que la presencia de individuos adultos reproductores y crías aparentemente saludables no necesariamente reflejan la salud de la población.

Cabe resaltar que el papel del médico veterinario en la conservación y el manejo de la fauna silvestre es una colaboración en un contexto multidisciplinario, ya que en los planes de conservación de especies están involu­crados diferentes disciplinas que estas entrelazadas para un mejor desempeño en estos planes de acción. La conexión de todas las especies y la interacción con el medio que habitan, ha estado bajo la lupa durante muchos años. Ya en 1962, Rachel Carson, en su libro Primavera silenciosa,[1] advertía de los efectos perjudiciales de los pesticidas en el ambiente y culpaba a la industria química de la creciente contaminación. Carson comentaba que “Nuestro destino está conectado con los animales”. En el mismo sentido, 30 años después, Phillip Kosch definió que “La salud conecta a todas las especies del planeta”. Actualmente, debido a la cada vez mayor interacción de especies silvestres, domesticas y humanos, se considera a la salud como “una salud” (One Health)[2], propiciando el trabajo conjunto entre diferentes disciplinas de la salud, principalmente, medicina humana y medicina veterinaria, en relación con la interacción entre todos los organismos (incluyendo al humano) con el ambiente para un mejor entendimiento y control de las enfermedades, y en algunos casos el tratamiento, de un planeta cada vez mas enfermo.

 

Títulos de imágenes

Imagen1 - Monitoreo de enfermedades en venado bura Odocoileus hemionus en la Reserva de la Biosfera de Mapimí, Durango.

Imagen2 - Monitoreo de enfermedades en el saraguato negro Alouatta pigra en Balancán, Tabasco.

Imagen3 - Monitoreo de enfermedad por el hongo quítrido en anfibios, Torija, Puebla.



[1] Primavera silenciosa (Silent Spring, 1962).

[2] One Health Initiative (www.onehealthinitiative.com). Movimiento en pro de la salud global, considerando la participación de médicos, veterinarios, enfermeras y otras disciplinas científico-sanitarias y relacionadas con el ambiente.