Moscas boxeadoras

Eduardo Tadeo Hernández

Red de Manejo Biorracional de Plagas y Vectores

Las moscas de la cascara de la nuez, son un grupo de seis especies del género Rhagoletis que han sido agrupadas dentro del grupo suavis debido a su origen y afinidad por los frutos de nogal (Juglas, spp). Todas las especies que conforman este grupo (R. suavis, R. boycei, R. juglandis, R. completa, R. zoqui y R. ramosae) se desarrollan en zonas altas con clima templado y húmedo donde crecen árboles de nogal.

Su área de distribución comprende varias zonas de México y Estados Unidos, donde las condiciones ambientales les permiten desarrollarse sin problema. Un hecho importante a destacar sobre las especies que conforman este grupo de moscas, es el hecho de que dos especies, R. zoqui y R. ramosae,  tienen su origen en nuestro país, y se cree que son el resultado del aislamiento geográfico que sufrieron sus poblaciones ancestrales durante las glaciaciones ocurridas durante el pleistoceno (2 millones de años aproximadamente). A la fecha estas dos especies de moscas solo las podemos encontrar en nuestro país, R. ramosae en el estado de Guerrero y Michoacán, y R. zoqui en los estados de Veracruz, Tlaxcala, Puebla, Distrito Federal, Hidalgo, Querétaro y San Luis Potosí. En el caso particular de Veracruz es común encontrarlas en Xalapa, Coatepec y zonas aledañas donde crecen arboles de nogal.

Un aspecto que llama mucho la atención en las especies de moscas que conforman este grupo suavis, es el peculiar comportamiento mostrado por los machos durante la época reproductiva (julio a septiembre dependiendo de la región) el cual se asemeja a un combate de box. La peculiaridad de este comportamiento inicia con el apoderamiento de frutos por parte de los machos, los cuales los resguardan posándose sobre ellos en espera de la llegada de hembras fértiles con las cuales poder aparearse (Figura 3 y 4). Sin embargo no todo es tan fácil en la naturaleza, ya que es frecuente encontrarse con un macho que quiere adueñarse de un fruto que previamente ha sido ocupado por otro macho.En este caso el macho residente, o que se apropió primero del fruto, se ve en la necesidad de defenderlo de los machos invasores, para lo cual realiza una serie de despliegues agresivos en contra del macho invasor con la finalidad de intimidarlo y persuadirlo de su deseo de permanecer sobre el fruto (Figura 1 pagina principal). En estos despliegues agresivos es común ver a los machos de algunas de las especies (R. zoqui y R. completa) en una posición de alerta con las alas levantadas mostrando su patrones alares de manera intimidante a los machos invasores. Sin embargo no siempre se produce una rendición a simple vista, sobre todo cuando se trata de preservar la progenie para la próxima generación, por lo que es muy probable que el macho invasor decida enfrentar al macho residente por la posesión del fruto, siendo en este momento cuando se desarrollan los enfrentamientos de box entre machos. El ring está delimitado por el fruto y la contienda inicia cuando ambos machos (residente e invasor) se levantan sobre sus patas traseras, y al igual que boxeadores profesionales, inician el combate realizando una serie de golpeteos con sus patas delanteras contra el oponente (Figura 2).

Cual auténticos gladiadores en un ring, ambos adversarios se desplazan sobre el fruto intercambiando golpeteos, una y otra vez, hasta que uno de los dos se rinde y acepta la superioridad de su adversario. El macho derrotado se retira volando al follaje más cercano para descansar e intentar su próximo movimiento que puede ser  buscar la revancha en contra del macho que lo derrotó o volar en busca de otro fruto en el cual seguramente le esperan nuevos adversarios con los cuales tendrá que enfrentarse ya sea para reclamar su posesión o defender su permanencia sobre el fruto. Sin embargo como en cualquier contienda de box, no todo los resultados se definen en victorias y derrotas, ya que siempre cabe la posibilidad de los empates técnicos, en cuyo caso, ambos machos pueden permanecer sobre el mismo fruto resguardándolo de la llagada de otros machos invasores con los cuales seguramente se tendrán que enfrentar para mantener la posesión del preciado fruto.