Helechos en la ciudad

Klaus Mehltreter

Muchas actividades humanas como la tala de los bosques y la conversión del paisaje en pastizales, campos agrícolas y zonas residenciales alteran o eliminan los espacios naturales de plantas y animales que pueden conllevar a la extinción local de especies raras. La modificación más extrema que causamos a la naturaleza consiste en la construcción de carreteras y viviendas, porque sellamos la superficie terrestre con asfalto o concreto y quitamos a las plantas el acceso a dos de sus necesidades básicas: el suelo y el agua.

En consecuencia, las ciudades se convierten en desiertos de concreto que son casi inhabitables para las plantas. Sin embargo, por la belleza de su follaje o sus flores otorgamos a algunas plantas ornamentales como rosas, dalias, orquídeas y helechos un espacio de convivencia en los parques públicos y nuestros jardines. Sin embargo, hay algunas especies de plantas que no dependen de nuestra voluntad e intención de cultivarlas en las ciudades, ya que logran encontrar un pequeño espacio vital, suficiente para sembrarse y cuidarse a solas, crecer y reproducirse. Algunas de estas especies de plantas exitosas son helechos y con algo de atención los puede descubrir en su próximo paseo por la ciudad. ¿Cómo logran estas especies colonizar ciudades como por ejemplo Xalapa y Coatepec, que - a primera vista - no parecen ambientes favorables?

Primero, los helechos tienen que viajar desde su hábitat natural a la ciudad, y esto lo logran por medio de sus esporas diminutas de menos de un vigésimo de un milímetro, que se dispersan por millones por el aire y aterrizan en tejas, grietas de paredes, y árboles de las avenidas. Para germinar y crecer requieren de algo de luz, nutrientes y suficiente agua. La cantidad de agua es el principal problema porque después de unas lluvias no se retiene mucho líquido en las tejas, los muros y los troncos de los árboles. Pero algunas especies de helechos xéricas (es decir adaptados a la sequía) y epifitas (es decir que crecen sobre los troncos y ramas de árboles) son muy modestas porque en su hábitat natural también falta el humus del suelo, el agua es escasa, hay mucho sol y hace calor durante el día. En consecuencia son estas especies de helechos que normalmente crecen sobre rocas volcánicas o en los árboles que logran colonizar a los techos y muros de nuestras ciudades, porque allí se presentan condiciones ambientales similares. En México estamos afortunados porque existen más de 150 especies de helechos adaptados para crecer sobre rocas y expuestas a la sequía, el mayor numeró en todo el mundo. Esto se debe a las grandes extensiones de ambientes semidesérticos en México que promovieron la evolución de nuevas especies de helechos adaptadas a la sequía. Además de los helechos xéricos, hay más de 300 especies epifitas, muchos de un alto valor ornamental. ¿Por qué nos restringimos de admirar algunas de estas especies pegados a un muro de un edificio viejo o abandonado, o colgando de un árbol en Coatepec o Xalapa? ¿Por qué no plantarlos y cuidarlos en nuestro jardín? Como son muy resistentes, no requieren de mucho cuidado.

En paredes más sombreadas y húmedas, Adiantum concinnum produce hojas muy delicadas y colgantes de más de 50 cm de largo que son rojas durante el primer mes. Algunas especies xéricas de Cheilanthes tienen hojas muy finamente divididas, en todos los colores de verde con tonos blancos o azules. Las plantas crecen en macetas con poco suelo y grava. Las hojas se enrollan cuando se secan pero se recuperan en pocas horas cuando se humedecen. Pleopeltis furfuracea crece sobre árboles, es atractivo por las escamas blancas que cubren sus hojas, e indica cuando requiere de riego porque sus hojas también se enrollan cuando les falta agua. Si quiere optar por algo más exótico, prueba de cultivar en una maceta colgante al helecho epifito de cuerno de alce (Platycerium), proveniente de Asia y Australia. Esta especie puede alcanzar dimensiones grandes y tiene dos diferentes tipos de hojas, unas formando su propia maceta, y otras colgantes para absorber la luz.