Arte, el anzuelo para la incursión vocacional de las ciencias

Andrea Farias Escalera

El arte como una expresión de la creatividad de los seres humanos, brinda formas ilimitadas de intervención educativa y divulgativa para la exploración vocacional en ciencias.

Aún recuerdo cuando mi hijo, argumentando que jamás estudiaría algo relacionado con la ciencia, eligió como carrera profesional el arte y diseño, pensando que este sería el confín que lo alejaría del universo científico. Grande fue la sorpresa al descubrir la necesaria precisión de las mezclas de pigmentos y sus diluciones oleosas o acuosas, o de las arcillas, yesos y resinas para el modelado y la cerámica, que lejos están del romanticismo capturado en la escena de la película “Ghost” con el torno de alfarería como primer plano. Lo mismo con las complejísimas técnicas de grabado que requieren de un nivel de manipulación y control experimental, como cualquier científico experto en su laboratorio; o la precisión y los cálculos matemáticos necesarios para el diseño de un mueble funcional.  Eligió así a la fotografía y el cine, y ya podrán imaginar toda la ciencia que hay detrás de los cuadros por segundo y los procesos fisicoquímicos y técnicos para la obtención de imágenes analógicas o digitales, sin contar que fueron precisamente dos físicos y no artistas, sus descubridores.

Como mi hijo, algunos pensarán que las artes y las -mal denominadas- humanidades están peleadas con la ciencia, que son terrenos que no se tocan, disciplinas antagónicas y, por tanto, que las cualidades, habilidades y competencias para dedicarse a una profesión u otra son diferenciales o excluyentes, pero no hay nada más alejado de la realidad. En el proceso artístico, el artista es, al igual que el científico, un cuidadoso observador de la realidad cuyo motor es la curiosidad.  En ambos casos se requiere de capacidades de concentración y perseverancia, ya sea para realizar una investigación profunda -en ocasiones errática y prospectiva-, para dar respuesta a cuestionamientos o bien, para iniciar procesos creativos. Tanto las personas científicas en el laboratorio o el campo, como las dedicadas al arte desde su estudio, abren su mente para resolver problemas, entienden el fracaso como parte del proceso de investigación o creación y perseveran en un aprendizaje continuo basado en la prueba y el error.

Encontrar un camino profesional requiere explorar e identificar todas las habilidades, capacidades y talentos presentes y potenciales a nivel personal o, como dicen, descubrir en que somos buenos. En esta búsqueda, las ciencias parecieran un campo complejo, abstracto, sesudo y difícil, por tanto, poco atractivo para la búsqueda de cualidades personales, logrando así un descarte inmediato por los jóvenes que transitan esta etapa de la vida.  Por el contrario, quién podría siquiera resistirse a las múltiples expresiones del arte en forma de danza, literatura, música, teatro o las artes plásticas, son todo un campo de atracciones por experimentar. Las cualidades expresivas del arte apelan a las sensaciones, emociones y a las más elevadas facultades de la mente y de la imaginación, convirtiéndolas así en el instrumento perfecto para el acercamiento, descubrimiento y la enseñanza-aprendizaje de las ciencias.

De izquierda a derecha, Ilustración sobre el ciclo de vida de las mariposas por Sibylla Merian, lámina de ascidias marinas por Ernst Haeckel, portada del libro Micrographia de Robert Hooke y fragmento de la ilustración del virus de Zika de David Goodsell

 

Como hay que ir más allá de lo que podría decirnos el sentido común, se ha demostrado que, el incorporar las artes en los currículos tradicionales de ciencias en las escuelas primarias y secundarias, puede ayudar a mitigar las ideas preconcebidas sobre estas materias y superar actitudes predeterminadas. Asimismo, los estudiantes obtienen índices de retención más altos y mejoraran su interés por estos temas. Adicionalmente, desarrollan su creatividad y capacidad de razonamiento, incrementan la confianza en sí mismos y proporcionan nuevas formas y medios no solo de expresión y comunicación, sino de aprendizaje, lo que contribuye en su desarrollo personal y social. De esta manera, el integrar las artes en la enseñanza y experimentación de las ciencias, da un giro al destino y brinda la oportunidad de hacer un camino asequible para el fomento a vocaciones científicas.

Si el arte no los lleva por el camino científico, mediante este tipo de experiencias educativas se logrará sin duda en los estudiantes una formación más humana con múltiples competencias, flexibilidad y confianza para afrontar el mundo contemporáneo. De acuerdo con la UNESCO, una educación holística y simbiótica en ciencias y artes desarrollará todos los aspectos del potencial humano. Este método holístico de aprendizaje permite a la inteligencia humana alcanzar un mayor potencial. Así que, la siguiente vez no descarten a la ciencia y busquen en las artes una vía para llegar a ella.

 

Bocadillos de regalo para comenzar

Aquí les dejo algunos ejemplos para explorar:

La estrecha correlación existente entre las cualidades para el desarrollo de un trabajo científico y artístico se hacen evidentes con los naturalistas como María Sibylla Merian, Alexander von Humboldt, Bonpland y Charles Darwin por mencionar algunos; existen ilustraciones de sus descubrimientos en la publicación de láminas o en diarios y bitácoras de campo que aún se exhiben en museos de historia natural. Diversos especialistas han asombrado por su trabajo científico, pero también por sus ilustraciones y dibujos como: Robert Hooke quien publicó Micrographia, un compendio detallado de observaciones microscópicas, que incluye algunas de las primeras ilustraciones de organismos vistos a través de un microscopio; los dibujos del trabajo histológico de Ramon y Cajal y Camilo Golgi, que incluso se venden hoy en internet como papel tapiz; el biólogo alemán Ernst Haeckel se destacó por sus deslumbrantes y casi alucinantes ilustraciones de formas de vida marinas y microscópicas que parecieran extraterrestres; Anna María Hussey, fue una micóloga, escritora e ilustradora británica de hongos macroscópicos.

Diversas iniciativas muestran el entrelazamiento entre arte y ciencia 

 

En la actualidad sobran los científicos-artistas y aquí comparto solo de algunos famosos: David Goodsell, doctor especializado en biología estructural reconocido por sus trabajos únicos en ilustraciones del interior de las células, quien descubrió esta pasión mientras escribía programas de gráficos moleculares para visualizar las estructuras proteínas y el ADN. En este mismo campo esta Cornelia Hesse-Honegger, artista y científica suiza, popular por sus detallados estudios de insectos afectados por la radiación. Kristin Levier quien abandonó el mundo académico para dedicarse al arte creando esculturas y diseños contemporáneos minimalistas inspirados en el mundo natural.  Como músicos-científicos tenemos nada más y nada menos que a una de las mentes brillantes de Queen, Brian Harold May, músico y compositor quien se graduó como licenciado en Física y Astronomía del Imperial College de Londres, y muchos años después, obtuvo un doctorado en astrofísica. También esta Dexter Holland, vocalista, guitarrista rítmico y líder de la banda The Offspring, quien estudio biología y se doctoró en biología molecular. Por su parte Greg Graffin, el cofundador y vocalista de Bad Religion se doctoró en paleontología evolutiva en la Universidad de Cornell.  En otro campo científico-artístico que raya en la morbosidad, está la preservación de cadáveres humanos por plastinación, desarrollada por el medico alemán Gunther Von Hagens, cuya exposición de cuerpos animales -incluido el humano- disecados como piezas de arte, ha recorrido el mundo entero.

Mas allá de las cualidades personales para explorar en un ámbito o el otro, es importante destacar que actualmente el arte se manifiesta en la ciencia de múltiples maneras, lo mismo que la ciencia es una poderosa fuente de inspiración y de herramientas para el arte. Expresiones artísticas desde las diversas disciplinas científicas se encuentran en el certamen y la exhibición “Art of science” de la universidad de Pinceton o de la UCLA sobre imágenes que lleva el mismo nombre, el certamen “Dance your PhD” de la AAAS y la revista Science, el concurso de “Agar Art” de la ASM, el “Center for Colaborative Arts and Media” (CCAM) de la universidad de Yale, el curso de verano "Making Art for Scientists" del MIT que invitó a científicos e ingenieros a explorar nuevas formas de visualizar y representar sus investigaciones. o el mismo Exploratorium Science Museum concebido por Frank Oppenheimer desde este entrelazamiento, donde la ciencia y el arte son formas diferentes para un mismo propósito, explorar el mundo.

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