La escalada de las abejas hacia las montañas frente al cambio climático

Wesley Dáttilo1*, Dulce Rodríguez-Morales2, Brenda Ratoni1 y Angela P. Cuervo-Robayo3

El cambio climático ha dejado de ser una amenaza distante para convertirse en una realidad palpable. Sus efectos son especialmente evidentes en ecosistemas frágiles, como las montañas, donde los gradientes de elevación influyen en la vida de innumerables especies. Entre ellas, las abejas desempeñan un papel fundamental: aseguran la polinización, sostienen la biodiversidad y son clave para la producción de alimentos que consumimos.

El cambio climático ha dejado de ser una amenaza distante para convertirse en una realidad palpable. Sus efectos son especialmente evidentes en ecosistemas frágiles, como las montañas, donde los gradientes de elevación influyen en la vida de innumerables especies. Entre ellas, las abejas desempeñan un papel fundamental: aseguran la polinización, sostienen la biodiversidad y son clave para la producción de alimentos que todos consumimos. Sin embargo, el calentamiento global está obligando a estos incansables polinizadores a “escalar” hacia zonas más altas en busca de temperaturas más frescas, un fenómeno que, lejos de ser la solución, plantea enormes desafíos. Con el aumento de las temperaturas globales, las abejas buscan refugio en las alturas para escapar del calor. Al subir, se enfrentan a condiciones desconocidas que pueden ser incompatibles para su supervivencia: menos recursos florales, fríos extremos y una reducción del hábitat adecuado. Además, estos desplazamientos generan lo que las personas que hacemos ciencia llamamos “desajustes fenológicos”. Es decir, las abejas pueden llegar a nuevas áreas donde la floración de las plantas de las que dependen ha terminado, rompiendo una sinergia que la naturaleza ha perfeccionado durante milenios. Este desajuste amenaza no solo a las abejas, sino a toda la red de interacciones ecológicas que dependen de ellas.

El impacto no se limita a las abejas o a las flores. Cuando estas especies clave desaparecen o cambian de lugar, las redes de polinización también se debilitan. Esto pone en riesgo la capacidad de recuperarse de los ecosistemas, también llamado resiliencia, pudiendo llevar al colapso de ciertas relaciones tróficas fundamentales. Las consecuencias de esto llegan hasta nuestro plato. Gran parte de la producción agrícola mundial depende de los polinizadores: frutas, verduras, nueces y semillas que forman parte de nuestra dieta cotidiana están en juego. Sin abejas, la producción de alimentos se vuelve más costosa y menos eficiente, lo que afecta tanto a productores como a consumidores. Las comunidades rurales, que dependen de la agricultura de subsistencia, son las más vulnerables. La disminución de polinizadores puede traducirse en inseguridad alimentaria, pobreza y migración forzada. Esto genera un ciclo vicioso: la degradación ambiental y el cambio climático se alimentan de estas crisis sociales, que a su vez intensifican la presión sobre los ecosistemas.

Fig 1. Nuestro equipo colectando abejas en las partes altas de las montañas

 

En este contexto, nuestro proyecto, financiado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT - CBF-2023-2024-216), aborda esta problemática de la tolerancia térmica de los polinizadores en gradientes de elevación. Desde una perspectiva transdisciplinar, reunimos a especialistas de diversas áreas del conocimiento para estudiar cómo el cambio climático afecta a los polinizadores a lo largo de gradientes de elevación, evaluando no solo los impactos ecológicos, sino también las implicaciones para las comunidades humanas que dependen de ellos. Este enfoque integrador no solo pretende generar conocimiento, sino también ofrecer herramientas prácticas para la toma de decisiones. Nuestro objetivo final es claro: proteger a los polinizadores, garantizar la seguridad alimentaria y fortalecer la biodiversidad en un mundo que cambia rápidamente. No se trata solo de ciencia. Este proyecto también es un llamado a la acción. Para enfrentar la crisis climática, necesitamos políticas públicas que fomenten la conservación de los polinizadores, programas educativos que sensibilicen sobre su importancia y un compromiso colectivo de cambiar las prácticas que agravan esta situación. Desde el jardín de tu casa hasta las grandes decisiones globales, todos podemos aportar.

Las abejas nos enseñan una lección invaluable: la supervivencia depende de las conexiones. Conservarlas no solo significa protegerlas a ellas, sino también garantizar un futuro donde la biodiversidad florezca, los ecosistemas sean resilientes y las generaciones futuras puedan disfrutar de un planeta sano. En esta escalada hacia la cima, todos tenemos un papel que jugar. ¡Actuemos antes de que sea demasiado tarde!

 

Slider: Abejorro visitando una flor.

 

1 Red de Ecoetología, Instituto de Ecología AC, México.
2 Instituto de Neuroetología, Universidad Veracruzana, México.
3 Instituto de Biología, Universidad Nacional Autónoma de México, México.
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