Importancia del monitoreo de la fauna en Reservas de la Biosfera: el caso de La Michilía, Durango

Sonia Gallina

Red de Biología y Conservación de Vertebrados

Llevar a cabo un monitoreo de la fauna, en este caso de mamíferos, es esencial para conocer el estado de conservación de un ecosistema, por lo cual se inició, a través de un Proyecto Estratégico del INECOL, que se está desarrollando en las Áreas Naturales Protegidas donde tiene injerencia, como es en la Reserva de la Biosfera La Michilía, Durango, donde se encuentra la Estación Piedra Herrada, de su propiedad.

Esta Reserva fue de las primeras reconocidas dentro del Programa Hombre y Biosfera (siglas en inglés MAB) de la UNESCO.

La Reserva de la Biosfera La Michilía (RBLM) fue una de las primeras en establecerse en México y Latinoamérica incluidas en el Programa Hombre y Biosfera (siglas en inglés MAB) de la UNESCO y fue decretada en 1978 para representar los bosques mixtos secos de la Sierra Madre Occidental, gracias a los trabajos realizados por el INECOL, bajo la dirección del Dr. Gonzalo Halffter Salas. Cuenta con una superficie de 35,000 hectáreas con desarrollo de actividades económicas como la ganadería, en las zonas de amortiguamiento y de influencia favoreciendo el sobrepastoreo, los desmontes e incendios, y la cacería ilegal. El INECOL cuenta con una estación de campo llamada “Piedra Herrada” que permite hacer estancias largas de trabajo de campo en la RBM. 

 Jabalí europeo, especie exotica. Crédito: Sonia Gallina

El monitoreo de la biodiversidad es fundamental para reconocer la dinámica del ecosistema y conocer las respuestas de las comunidades bióticas a diferentes perturbaciones o cambios.  Actualmente, a nivel mundial se ha reconocido el papel que tiene la fauna en la estabilidad de los ecosistemas en cuanto a salud y bienestar, cambio climático, servicios ambientales y sustentabilidad. No obstante, en las tendencias actuales de estudio y conservación apuntan al monitoreo de la integridad ecológica según los impactos de las actividades humanas directas e indirectas, para desarrollar estrategias de conservación o restauración con el objeto de tratar de disminuir dichos impactos y adaptando planes de manejo de acuerdo con la problemática. Este monitoreo de vertebrados se inició el año pasado gracias a un apoyo institucional a través de un Proyecto Estratégico en Conservación. 

Colocación de cámara-trampa. Crédito:Sonia Gallina

Para conocer el estado de los mamíferos medianos y grandes se están utilizando cámaras-trampa que permiten determinar tanto las especies como sus patrones de actividad. Hasta ahora en La Michilía, con un esfuerzo de 1456 días/cámara se obtuvieron 230 registros, y se identificaron 10 especies de mamíferos silvestres, 2 de mamíferos domésticos, 2 de mamíferos introducidos. Se encontraron como más comunes la ardilla o techalote (Sciurus nayaritensis), el pecari de collar (Dicotyles tajacu) y también hubo muchos registros del guajolote silvestre (Meleagris gallopavo) que es un ave. Sin embargo, en La Michilía algo notorio fue la gran cantidad de registros del ganado bovino, que probablemente ejerce un efecto sobre las otras especies de mamíferos medianos y grandes, además de registrar especies exóticas como el ciervo rojo y el jabalí europeo que deberían extirparse de la Reserva. 

Ardillón. Crédito: Sonia Gallina

Como observación cuando estuvimos ahí notamos que ha bajado mucho la población de una pequeña ardillita conocida como chichimoco (Neotamias bulleri) y del venado cola blanca (Odocoileus virginianus) que hace más de 40 años eran muy abundantes y ahora la primera apareció solo en una de las cámaras-trampa y el segundo se obtuvieron cuatro registros. Se han reportado estudios donde definen que la ganadería tiene impactos negativos y positivos sobre el ambiente, dependiendo de diversos factores como la región, el tiempo de permanencia, la densidad de ganado y el sistema que se esté utilizando. por algunos investigadores. Generalmente existe el conflicto ganadería-fauna silvestre en diversos aspectos como son: con los grandes depredadores, la transmisión de enfermedades, la competencia por alimento y agua, su efecto sobre la conservación de la biodiversidad, la compactación del suelo, pérdida de nutrientes entre otros. 

Pecarí de collar (Dicotyles tajacu). Crédito: Sonia Gallina

En relación con el nivel ecosistémico, el ganado, dependiendo del sistema de manejo y del número, del clima y vegetación, puede alterar los ciclos de nutrientes y causar eutroficación, erosión, compactación del suelo y en consecuencia el decremento en la infiltración, y daño físico en el crecimiento de las plantas y estructura del hábitat. Estos impactos pueden tener efectos en cascada sobre la calidad y cantidad del forraje, abundancia de presas, disponibilidad de cobertura y presencia de sitios de anidación o reproducción, siendo más susceptibles los pequeños mamíferos. En cuanto a impactos positivos puede promover cambios en la estructura de la vegetación o controlar la biomasa de especies de plantas nativas o exóticas, reduciendo riesgo de incendios y permitiendo incrementar la calidad del forraje y proveer refugio a ciertas especies de fauna como los micromamíferos.

El sistema de manejo del ganado en cuanto a tiempo, intensidad, frecuencia y selectividad del pastoreo puede ser ajustado para mitigar sus efectos, restaurar la biodiversidad y proveer servicios ecosistémicos lo que se conoce en inglés como “agricultural rewilding” que podemos traducir como “resilvestrado o recuperación de la vida silvestre” de los ambientes agrícolas. Se deberá combinar la experiencia de los técnicos con el conocimiento local para ayudar a alcanzar el estatus de co-existencia. 

 

Referencias

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Slider: Bosque mixto de pino-encino. Crédito: Sonia Gallina