Manglares: dioses del agua

Gabriela Cerón Aguilera1, Susana Alvarado Barrientos2* y Julio A. Salas Rabaza1

Artículo publicado en la Crónica y el Portal Comunicación Veracruzana el 28 de junio 2022

Los manglares conectan el continente con el mar, y al suelo con el cielo en las zonas costeras. Gracias al intercambio de gases entre los árboles y la atmósfera, regulan el clima. ¿Cómo logran vivir estos maravillosos árboles entre el agua salada? 

Palabras clave: transpiración, carbono azul, ecohidrología

Manglar de la Reserva de la Biósfera Ría Celestún (izquierda). Manglar de tipo chaparro de mangle rojo (Rhizophora mangle L.)

con altura máxima de 2 metros en esta Reserva(derecha). Créditos: Gabriela Cerón Aguilera

Los bosques de manglar son ecosistemas intermareales, es decir, que se caracterizan por encontrarse entre el mar y la tierra (Figura 1). Podríamos pensar, a modo de analogía, que las plantas que conforman estos ecosistemas son como los anfibios que pasan su vida entre el mar y la tierra. Al encontrarse entre ambos mundos, los manglares nos ofrecen múltiples servicios, catalogados como culturales (por ej. recreación y turismo), provisión (por ej. alimentos y madera), soporte (por ej. biodiversidad y hábitat) y de regulación (por ej. mitigación del cambio climático y prevención de inundaciones). De una u otra forma, los servicios que brindan los manglares están relacionados con sus características fisiológicas y anatómicas, las cuales les permiten vivir en ambientes tan desafiantes para otras especies. Por ejemplo, el servicio de regulación climática que nos brindan los manglares se origina en que gran parte del dióxido de carbono (CO2) que obtienen de la atmósfera para crecer, se almacena por muchos años en su suelo frecuentemente inundado. Esto ha tomado gran protagonismo en los últimos años y quizá hayas escuchado sobre el carbono azul [1]. Los manglares son entonces grandes aliados para mitigar el cambio climático. Además de lo anterior, durante la captura de carbono atmosférico los árboles usan, como moneda de cambio, agua en forma de vapor. Al intercambiar agua por CO2 con la atmósfera, los árboles también tienen un papel importante en el ciclo del agua. 

Este aporte de agua a la atmósfera por parte de la vegetación del manglar es importante también para la mitigación de los efectos del cambio climático, porque la transpiración es un proceso que disipa el calor y así contribuye a la regulación del clima en las zonas tropicales y subtropicales. Conectando al mar con la tierra y al suelo costero con el cielo, podemos pensar a los manglares como una clase de dioses del agua, o como se le conoce en maya a la deidad vinculada con el agua, Chaac. 

Interesantemente, si se considera que el agua es abundante en estos bosques, ¿qué tan difícil es para los mangles tomar y transportar agua hasta sus hojas? Podría parecer pan comido, pero en realidad es más difícil que para las plantas de ecosistemas terrestres. Si no contaran con adaptaciones que les permitan tolerar la inundación y la salinidad, literalmente sería como estar en el mar rodeado de agua y morir de sed por no poder beberla siendo salada. Entonces… ¿cómo extraen el agua del suelo estos dioses para conectarse con el cielo? 

La toma de agua en las raíces depende de la especie, por ejemplo, hay manglares que pueden acumular o excluir los iones (o moléculas) de sales disueltas en el agua (Figura 2). En las raíces, las plantas tienen un tejido llamado endodermis, el cual regula la entrada tanto del agua como de iones debido a que se encuentra suberizado, es decir, que es un tejido ceroso impermeable que no permite el ingreso de cualquier sustancia. Este tejido es como el cadenero de un establecimiento que por afinidad decide quién entra y quien no. A su vez ese tejido impide la pérdida de agua menos salina de vuelta al suelo por su característica cerosa. Es importante mencionar que el agua que necesitan los mangles no es totalmente “pura” o libre de iones, porque también requieren ciertos iones como nutrientes. Además, si dentro del mangle el agua es más dulce que la del suelo, o agua de inundación, pueden correr el riesgo de perder el agua por ósmosis y sufrir desecamiento. Entonces, los iones de sales no son malos, al contrario, estas plantas los requieren en mayor concentración dentro de ellas en comparación con plantas que no habitan en estos ambientes [2]. Así, los mangles están adaptados para tomar agua salada; algo que muy pocas especies pueden.

Una vez que el agua logró ingresar a la planta, es transportada hasta las hojas por medio de un sistema de plomería bastante sorprendente ya que para subir el agua y luchar contra la gravedad no utiliza una bomba mecánica. Al sistema de plomería se le conoce como sistema vascular. Éste consta de células alargadas y huecas llamadas vasos, que pueden estar agrupadas o solitarias (Figura 3). El agua que fluye por los vasos se encuentra sujeta a una tensión muy alta para poder ascender. Esta tensión es como cuando aspiramos un popote y elevamos el líquido que queremos tomar. La tensión la genera la atmósfera que está más seca que la planta y el suelo. La cohesión de las moléculas del agua entre sí y la adhesión de ésas con las paredes de los vasos, también contribuye a mantener la columna de agua continua dentro de la planta para que sea más fácil su transporte hasta las hojas [3].

Una vez que el agua llegó a su parada final, en las hojas, una pequeñísima parte de ésta es empleada por la planta para generar su alimento (a través de la fotosíntesis), mientras que la gran mayoría es transferida a la atmósfera en forma de vapor para regular la temperatura de la hoja que se encuentra expuesta a la radiación solar. En las hojas se encuentran unos pequeños poros llamados estomas que permiten el intercambio de gases como se mencionó en un principio, el dióxido de carbono y el agua en forma de vapor. De esta manera, los árboles aportan agua a la atmósfera que eventualmente volverá a la tierra como lluvia. Sorprendente, ¿cierto? 

Esto nos invita a ver más allá de lo que parece evidente en estos bosques que miran al mar. Los manglares ofrecen a la humanidad vitales servicios y no son únicamente un lugar donde abundan los mosquitos. Estos bosques tienen mucho que enseñarnos sobre cómo vivir en condiciones salinas, algo muy valioso para tecnologías cada vez más necesarias como la desalinización de agua para consumo humano e irrigación [SLIDER]. 

Conservemos y visitemos los manglares, ¡lugar de los dioses del agua!

Nota: Una versión anterior de este artículo fue seleccionado entre los mejores ensayos del curso Ecohidrología impartido en el posgrado del INECOL, en febrero de 2022 por las Dras. Susana Alvarado Barrientos (INECOL) y Lyssette Muñoz Villers (UNAM).

 

SLIDER: Ejemplar espectacular de mangle rojo localizado en Isla Holbox, que parece hacer honor a la cita “los árboles son el incansable esfuerzo de la Tierra por comunicarse con el cielo que escucha” Rabindranath Tagore. Créditos: Gabriela Cerón Aguilera

 

Referencias

  • Cisneros-de la Cruz, D.J., Yáñez-Espinosa, L., Reyes-García, C., Us-Santamaría, R. y J.L. Andrade (2021) Hydraulic architecture of seedlings and adults of Rhizophora mangle L. in fringe and scrub mangrove. Botanical Sciences, 100(2), 370-382. https://doi.org/10.17129/botsci.2906

 

 

Unidad de Recursos Naturales, Centro de Investigación Científica de Yucatán A.C. (CICY).

2* Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología A.C. (INECOL). Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.