El parasitismo en términos generales se define como una relación en la cual uno de los participantes, el parásito, daña a su huésped o vive a expensas de él. Un huésped (hospederos es el plural) es cualquier organismo del cual se alimenta un parásito. Un patógeno es un parásito que produce una enfermedad en su huésped (no todos los parásitos producen enfermedades), también es conocido como agente causal de la enfermedad. La enfermedad es un estado de desequilibrio en la salud de un organismo, dicho estado puede ser producido por agentes infecciosos (patógenos) o no infecciosos (intoxicación química-envenenamiento).
Los parásitos representan el tipo de vida más exitoso en la Tierra, dado que se estima que más del 50% de los organismos son parásitos. El parasitismo ha evolucionado o aparecido en la Tierra al menos 60 veces de manera independiente en animales tanto vertebrados (ejemplo: aves, lagartijas, primates) como invertebrados (ejemplo: insectos, arañas, caracoles).
¿Por qué son importantes los parásitos?
Cuando las personas piensan o escuchan la palabra parásito se imaginan algo malo o no deseable, y muchas veces lo primero que dicen es ¡Qué asco! Sin embargo, a pesar de sonar irónico, nuestras vidas y la salud ambiental dependen literalmente de los parásitos.
Los parásitos cumplen funciones muy importantes en los ambientes naturales, gracias a las cuales los ecosistemas se mantienen saludables. Primero, los parásitos regulan directamente los tamaños poblacionales de las especies a las que infectan a través de la mortalidad de los individuos. Para entender este punto pensemos en nosotros, somos la única especie del planeta que ha podido desarrollar tecnología (medicina) para combatir a los parásitos que nos afectan. Aún con nuestros avances médicos, existen parásitos que generan enfermedades que siguen matando a millones de gentes al año (ejemplo: malaria). A pesar del control poblacional que ejercen dichas enfermedades, actualmente existen problemas de sobrepoblación en el mundo, lo que afecta negativamente la calidad de vida, debido a que más gente significa mayor presión sobre los recursos del planeta. Ahora, que pasaría si nuestros avances médicos nos permitieran deshacernos de todos los parásitos que nos afectan. Creo que la respuesta sería que el planeta no tendría los recursos necesarios para mantener a una población que aumenta sin limitaciones, la única manera sería a través de un control de natalidad impuesto por los gobiernos, como el caso de China. Tal vez esto suena cruel porque mucha gente muere a diario debido a las enfermedades que producen los parásitos, pero si no fuera por este control poblacional natural muy probablemente los sistemas naturales ya habrían colapsado, algo que ya está sucediendo en el caso de arrecifes de coral y las pesquerías de diferentes especies de peces. Así como existen parásitos que controlan la tasa de crecimiento poblacional de los humanos, existe una amplia diversidad de parásitos que están continuamente regulando las poblaciones de otras especies de animales.
Segundo, de manera indirecta los parásitos afectan las interacciones que se dan entre los organismos de una misma especie y entre organismos de diferentes especies en los ecosistemas. Hay parásitos que pueden alterar el comportamiento o la morfología de los individuos. Dicho cambio produce alteraciones en las interacciones con otros organismos, lo que a su vez provoca alteraciones en el funcionamiento de los ecosistemas. Un ejemplo sería el número de veces que un mosquito intenta alimentarse de un animal. Se ha demostrado que los mosquitos que están infectados con parásitos de malaria aumentan el número de veces que intentan alimentarse de un huésped en comparación con mosquitos sanos, esto aumenta la probabilidad de que el parásito de malaria sea transmitido exitosamente al huésped vertebrado, pero también afecta negativamente al mosquito porque incrementa la probabilidad de que el huésped lo detecte y lo mate. Esto se podría interpretar como una “manipulación” del comportamiento del mosquito por parte del parásito que lo está infectando.
Los dos puntos anteriores son situaciones normales que suceden día a día en la naturaleza, y este tipo de interacciones parasitarias tienen una muy larga historia evolutiva. Entonces, podemos decir que este tipo de interacciones negativas (antagónicas) son parte fundamental de los ambientes naturales. Es más, se ha demostrado científicamente que un ecosistema lleno de parásitos es un ecosistema saludable, siempre y cuando dicho ecosistema no este alterado.
La analogía que me gusta hacer para explicar la importancia de los parásitos en el ecosistema es pensar en una ventana. Si nos imaginamos una ventana, para que dicha ventana se mantenga en el lugar que queremos necesitamos tres cosas: la ventana, un marco que la sostenga y algún tipo de pegamento. Ahora bien, imaginemos que la ventana representa a todos los organismos de un bosque que viven sobre el suelo, que el marco son todos aquellos organismos que viven debajo del suelo del bosque y sustentan lo que hay arriba, y el pegamento son todos los parásitos que están en dicho bosque (arriba y abajo del suelo). En otras palabras, los parásitos representan el pegamento de la naturaleza y son los que mantienen en su lugar a todas las piezas que forman parte del bosque; sin ellos los ecosistemas se desarmarían como un rompecabezas que no está enmarcado.
Debido a los drásticos y acelerados cambios ambientales que nuestro planeta está sufriendo actualmente, principalmente debido a la actividad humana, los ecosistemas están perdiendo su equilibrio. Esto nos dirige hacia una época sin precedentes, en la que los parásitos y sus enfermedades se están convirtiendo en una verdadera pesadilla para los científicos de la salud y los gobiernos. Los dos tipos de patógenos que se han convertido en una carga económica para los países del mundo son: (1) las enfermedades infecciosas emergentes (EIE), que son enfermedades cuyos agentes infecciosos se conocen pero han cambiado su presentación clínica recientemente (ejemplo: gripe aviar, gripe porcina), o son nuevas (ejemplo: virus Nipah), y que recientemente han incrementado en su incidencia, impacto o extensión geográfica (se presentan en regiones en las que no existían antes), e infectan a nuevos hospederos. (2) las enfermedades reemergentes (ERE), que son aquellas que involucran a patógenos que habían sido controlados o erradicados, pero que recientemente han vuelto a presentarse (ejemplo: sarampión, tuberculósis). El punto importante a registrar en la mente es que al alterar drásticamente nuestro ambiente estamos perdiendo lo más preciado que tenemos: LA SALUD.
Y a todo esto, ¿qué es la salud?
La salud la podemos definir en dos partes, (1) La salud humana que es entendida como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades, y (2) la salud ambiental que engloba los factores ambientales que podrían incidir en la salud humana y se basa en la prevención de las enfermedades y en la creación de ambientes propicios para el óptimo desarrollo de la población humana.
La medicina de la conservación es una rama reciente de la ciencia que surgió debido a la importancia que representa la salud tanto humana como la de otros organismos (animales y vegetales), en especial los que tienen importancia económica para los humanos. Esta rama de la ciencia se define como “el estudio de la biodiversidad del planeta y la salud de los ecosistemas a través de investigación interdisciplinaria y educación, lo cual conduce a mejorar el bienestar del hombre mediante el adecuado manejo de la biodiversidad y los ecosistemas donde habita”. En otras palabras esta área de estudio trata de restablecer el balance que la naturaleza ha perdido por los cambios tan rápidos y drásticos de los últimos 200 años, en particular desde el inicio de la revolución industrial.
Entonces podemos decir que la ciencia de la medicina de la conservación tiene un enfoque de ecosalud, es decir busca el equilibrio óptimo entre la salud-bienestar del ser humano y la protección del medio ambiente. Por lo tanto, la ecosalud o salud ecológica busca la aplicación de la interrelación entre los científicos, la comunidad y los gobiernos.
¿Entonces qué paso? ¿Son o no son buenos los parásitos?
La respuesta por supuesto depende de la perspectiva que se tenga. Una persona enferma dirá que son malos y quisiera que todos fueran erradicados. Un biólogo o ecólogo dirá que son malos porque los animales se enferman y pueden morir, pero son buenos porque tienen una función vital en el ecosistema. Un médico posiblemente entenderá los dos puntos de vista anteriores, pero dirá que su trabajo es erradicar las enfermedades.
Como se mencionó, los parásitos son un componente indispensable de los entornos naturales, los mantienen en equilibrio y saludables. Si elimináramos a todos los parásitos y sus enfermedades, entonces aparecería otro tipo de problemas como son la escases de recursos para mantener una creciente población humana. Es más, con todo y las enfermedades los humanos ya estamos sufriendo las consecuencias de la sobrepoblación, como son la falta de agua y la hambruna principalmente en muchos países en vías de desarrollo. Sin las enfermedades que controlan la población humana mundial y la de otros organismos, muy posiblemente la Tierra ya sería un lugar desolado y estéril. Entonces, la respuesta a la pregunta es que los parásitos y sus enfermedades son buenos desde un punto de vista global, pero son malos desde el punto de vista individual. Simplemente son un mal necesario para el mantenimiento de la vida en la Tierra.
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