El barón Alexander von Humboldt nos legó información muy valiosa como producto de su estancia en México entre los años de 1803 y 1804. Como su formación de enciclopedista y naturalista se lo permitió, su tratado sobre la ya moribunda Nueva España y de la cual nacería el México independiente refiere diversos aspectos de la región, enmarcados en su contexto ambiental, con el justo reconocimiento de la riqueza de recursos, pero también de sus problemas políticos y sociales. En aquella época, una enfermedad epidémica asolaba a la población asentada en las zonas de baja altitud, principalmente las portuarias, y constituía uno de los más serios temores de propios y extraños: la fiebre amarilla.
En su “Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España” (Humboldt, 1822) quedó plasmado el impacto que esta enfermedad tenía en la salud de la población. Al final del capítulo XII de su libro V, se refiere a la fiebre amarilla como reinante en las costas orientales de la Nueva España, que entorpece el comercio con Europa y la comunicación con la mesa de Anáhuac… “El puerto de Veracruz se considera como el sitio principal de la fiebre amarilla… Millares de europeos de los que tocan las costas de Mégico en la época de los grandes calores, perecen víctimas de esta cruel epidemia. Algunos barcos quieren más bien llegar a Veracruz á la entrada del invierno, cuando empiezan a arreciar los temporales de los nortes, que exponerse en el verano á perder la mayor parte de la tripulación por los efectos del vómito, y sufrir á su regreso á Europa una larga cuarentena. Estas circunstancias influyen muchas veces y muy notablemente en el abastecimiento del reino de Mégico, y en los precios de los géneros. El azote de la fiebre amarilla todavía tiene consecuencias más graves para el comercio interior: cuando las comunicaciones entre Jalapa y Veracruz están interrumpidas, falta el hierro, acero y azogue para las minas… tanto los arrieros como los comerciantes que habitan las regiones frías y templadas de la Nueva España, no se atreven a bajar ácia las costas, mientras que el vómito reina en Veracruz…”. Humboldt apunta un comentario sobre el Puerto… “vi que el cabildo emprendía la construcción de un nuevo teatro, mientras que el asesor del virrey de Mégico componía un informe muy circunstanciado para probar la necesidad de destruir la ciudad como el foco de una enfermedad pestilencial”… “La población de Veracruz es demasiado crecida en proporción de la pequeña extensión de terreno que ocupa la ciudad: diez y seis mil habitantes están encerrados en un espacio de 500,000 metros cuadrados…”, y respecto a la distribución de la enfermedad comentó… “la hacienda del Encero, que he hallado está á 928 metros de altura sobre el nivel del Océano, es el límite superior del vómito” y continúa con comentarios sobre epidemiología, la mortalidad, las causas y los remedios recomendados, la terapia y otras consideraciones sociales y económicas de la fiebre amarilla o vómito negro.
Por su parte, El padre Francisco Xavier Clavijero mencionó: “… en las tierras cálidas las más comunes son las fiebres intermitentes, el pasmo y la tisis, y en Veracruz de pocos años a esta parte, el vómito”. A este respecto hizo la anotación de que Ulloa y otros historiadores de América describieron el pasmo y el vómito negro, indicando que la enfermedad no era conocida allí antes de 1725 (Clavijero, ed. de 1968).
La Primera Legislatura del Estado de Veracruz del 17 de junio de 1825, creó un premio de cien mil pesos para quién descubriera un remedio eficaz contra la fiebre amarilla. Al siguiente año ocurrió un brote de esta enfermedad en Tuxpan y para el año de 1827 se registraron los primeros casos de dengue en el puerto de Veracruz (Álvarez-Amezquita et al., 1960).
El Dr. Domingo Orvañanos (1889) mencionó la ocurrencia de brotes de fiebre amarilla en Veracruz en los años de 1863, 1872, 1873, 1875, 1877, 1878, 1879, haciendo la anotación de que la enfermedad no se propagó a las áreas frías por arriba de los 1,008 metros sobre el nivel del mar.
No fue sino hasta la sesión del 14 de agosto de 1881 de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, cuando el Dr. Carlos J. Finlay presentó por primera vez su hipótesis sobre la transmisión de la fiebre amarilla mediante un mosquito: el Culex mosquito cuyo nombre válido en la actualidad es Aedes aegypti. Para los primeros años de 1900, el Dr. Eduardo Liceaga quién asumía la Presidencia del Consejo Superior de Salubridad en México bajo el gobierno del Gral. Porfirio Díaz, y habiendo asimilado la hipótesis de Finlay de que el mosquito era el transmisor de la fiebre amarilla, sumado a que ya circulaba la idea de la importancia de los anofelinos como transmisores del paludismo, dio marcha a la primera campaña contra la fiebre amarilla, con acciones para controlar las poblaciones de mosquitos bajo la ejecución de Manuel Macías, Manuel S. Iglesias, Carlos Manuel García y Anastasio Iturralde (Álvarez-Amézquita et al., 1960).
Desde entonces las labores continuaron con intensidad variable dependiendo de los conflictos político-sociales durante la primera mitad del siglo 20, y en el año de 1956 se creó el Servicio Nacional Antimosquito, ya que el éxito logrado en el proceso de erradicación del paludismo motivó la intención de erradicar también al Aedes aegypti, vector de la fiebre amarilla y dengue; este órgano también tuvo por objetivo realizar estudios sobre la fiebre amarilla selvática. El primer día de septiembre de 1963 fue declarada como erradicada de México la fiebre amarilla y libre del mosquito transmisor, el Aedes aegypti (Novo, 1964). El deterioro de los programas después del éxito alcanzado, permitió la reintroducción del Aedes aegypti a México por vía de la frontera norte de Tamaulipas y por la frontera sur de Chiapas, de tal forma que para el año de 1979 se registró la primera epidemia de dengue después de la reintroducción del mosquito vector. El dengue continuó su embate y en el año de 1994 se registraron los primeros casos de dengue hemorrágico en Veracruz, en 1995 en Poza Rica, en 1996 en Veracruz, Boca del Río, Medellín y Alvarado, así como un brote de dengue clásico en Orizaba, convirtiéndose desde entonces en uno de los principales problemas de salud del gobierno de México y del estado de Veracruz. A la fecha, el Aedes aegypti se ha distribuido en prácticamente todos los estados de la República Mexicana, con excepción de Tlaxcala y la Ciudad de México.
En 1985 se registró por primera vez en el continente americano el mosquito Aedes albopictus, aparentemente introducido en llantas usadas a Houston, Texas (Hawley et al., 1987; Moore et al., 1988). En 1988, algunas larvas de Ae. albopictus fueron informadas en una llanta en Matamoros, Tamaulipas, (Centers for Disease Control, 1989) y en 1993 como establecida la especie en el estado de Coahuila (Ibáñez-Bernal & Martínez-Campos, 1994). Desde entonces esta especie no nativa ha ido aumentando su distribución en México, encontrándose en Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Chiapas, Morelos (Villegas-Trejo et al., 2010). En 1997, Ibáñez-Bernal et al. (1997) encontraron al Ae. albopictus naturalmente infectado con el virus del dengue durante un brote de dengue en Reynosa, Tamaulipas.
El Aedes albopictus es un vector competente en laboratorio de alrededor de 30 virus, siendo los más importantes de las Américas los virus de dengue, de la fiebre amarilla, de la encefalitis equina del este, de California, de Saint Louis, virus del Valle de Cache, virus de LaCrosse, virus Chikungunya (Rios & Maruniak, sin fecha) y probablemente el virus Zika.
Este mosquito, además del evidente aumento en su distribución geográfica horizontal, está mostrando una capacidad mayor y más rápida de ajustarse a los climas imperantes a mayor altitud, al menos en las épocas más cálidas del año, e incluso se ha convertido en una especie dominante sobre el Aedes aegypti, principalmente en las áreas peridomésticas donde ocupa recipientes artificiales con agua como sitios para su desarrollo juvenil. Este proceso de colonización es favorecido sin duda por los movimientos de la población humana, la rapidez de transportación de personas y mercancías, el crecimiento no regulado de las ciudades, por la falta de abastecimiento cotidiano de agua potable en las viviendas, deficiencia en los servicios de remoción de basura (sobre todo de recipientes susceptibles de almacenar agua de lluvia), la deforestación, independientemente a los cambios en el clima que se están registrando.
En el año de 2015, algunas hembras del mosquito Aedes albopictus intentaron alimentarse de sangre humana en un sitio intermedio de la carretera antigua entre Xalapa y Coatepec a aproximadamente 1250 metros de altitud y durante el presente año de 2016, desde junio y hasta este mes de septiembre, se han capturado con regularidad hembras de esta especie al intentar alimentarse de sangre humana en la misma región, en dos sitios diferentes, uno a 1334 metros y otro sitios a 1350 metros sobre el nivel del mar, lo que implica que prácticamente está distribuido en los asentamientos humanos que se hayan a lo largo de este camino. Aun cuando desde hace unos pocos años se ha encontrado Aedes aegypti en las colonias de baja altitud de Xalapa, así como también en Coatepec, parece que Aedes albopictus ocupará con mayor facilidad ciudades de altura (por arriba de los 1200 m snm) en México.
Considerando la competencia de la especie para la transmisión de diversos arbovirus, el gran problema que se deberá afrontar es el gran número de personas susceptibles a dengue, chikungunya, zika, tanto por no radicar en áreas donde la transmisión en el caso de dengue es más común (entre el nivel del mar y los 1200 metros de altitud), como por ser de nueva introducción al país como ocurre con las infecciones por virus chikungunya y zika, así como la falta de costumbre de la gente de tomar medidas contra las poblaciones de mosquitos y permitir que los entomólogos realicen la vigilancia de poblaciones de mosquitos y apliquen los métodos de control, de la misma forma en que las efectúan cotidianamente en lugares donde estos mosquitos y las enfermedades con las que se relacionan son comunes desde años atrás. Desde luego, la expansión de su distribución tiene consecuencias para la salud pública y la economía de la nación.
Referencias citadas
Alvarez-Amézquita, J., Bustamante, M. E., López Picazos, A. & Fernández del Castillo, F. (1960). Historia de la salubridad y la asistencia en México. Tomo I. Secretaría de Salubridad y Asistencia, México, D.F. 479 pp.
Centers for Disease Control. (1989). Update; Aedes albopictus infestation- United States, Mexico. Morbidity and Mortality Weekly Report, 38: 440, 445-146.
Clavijero, F. J. (Ed. 1968). Historia antigua de México. 2ª Ed. Colección “Sepan Cuantos…”, No. 29. Editorial Porrúa, S. A. México, D. F. 621 pp.
Finlay, C. J. (2011). El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla. Revista Cubana de Salud Pública, 37(Supl. 5), 555-562. Recuperado en 08 de septiembre de 2016, de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662011000500004&lng=es&tlng=es.
Hawley, W. A., Reiter, P., Copeland, R. S., Pumpuni, C. B., & Craig, G. B. (1987). Aedes albopictus in North America: probable introduction in used tires from northern Asia. Science, 236: 1114-1116.
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Ibáñez-Bernal, S., Briseño, B., Mutebi, J.P., Argot, E., Rodríguez, A., Martínez-Campos, C., Paz, R., de la Fuente-San Román, Tapia-Conyer, R. & Flisser, A. (1997). First record in America of Aedes albopictus naturally infected with dengue virus during an outbreak of Reynosa, Mexico in 1995. Medical and Veterinary Entomology, 11: 305-309.
Ibáñez-Bernal, S. & Martínez-Campos, C. (1994). Aedes albopictus in Mexico. Journal of the American Mosquito Control Association, I0: 231-232.
Moore, C. G., Francy, D. B., Eliason, D. A. & Monath, T. P. (1988). Aedes albopictus in the United States: rapid spread of a potential disease vector. Journal of the American Mosquito Control Association, 4: 356-361.
Novo, S. (1964). Breve historia y antología de la fiebre amarilla. Secretaría de Salubridad y Asistencia, la Prensa Médica Mexicana. México, D.F. 138 pp.
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Villegas-Trejo, A., Manrique-Saide, P., Che-Mendoza, A., Cruz-Canto, W., González Fernández, M., González-Acosta, C., Dzul-Manzanilla, F., Huerta, H. & Arredondo-Jiménez, J. (2010). First report of Aedes albopictus and other mosquito species in Morelos, Mexico. Journal of the American Mosquito Control Association, 26: 321-323.
Pie de Figura: Mosquito Aedes albopictus alimentándose de sangre humana. Foto: Dr. César A. Sandoval Ruiz.
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